* ¿Por qué no cambian de concesionario si incumple el contrato? Muy sencillo, el señor de los anillos montaría en cólera y eso es lo único que Claudia Sheinbaum no necesita en su récord de ciega lealtad
Gregorio Ortega Molina
Tanto nos han machacado sobre la trasparencia químicamente pura de este gobierno, o acerca de las respuestas del presidente de la República a los empresarios, para que se rasquen con sus uñas pues nunca jamás serán rescatados, porque no quieren complicidades ni asociaciones con las mafias del poder.
Pues resulta que todo fue pura faramalla para intentar la restauración de la presidencia imperial, pero olvidó que la única manera de construir un proyecto político requiere, por fuerza, de ese poder económico tan denostado. Afirmó que no quería ser florero, pero a pasos contados recupera esa condición de adorno que no saben dónde colocar, porque perdió la oportunidad de buscarse su propio lugar, para dominar y determinar el escenario nacional. Perdió la oportunidad de trascenderse a él mismo, al hacer la tan pospuesta transición.
Impone, sí, la cháchara matutina, pero esa agenda que pasa por la historia de la nación continúa siéndole esquiva, aunque se esfuerce en servirse de Carlitos Salazar Lomelí para afinar un proyecto de reactivación económica que no termina de cuajar, y que requiere pasar por la aduana de la seguridad jurídica para que el billete fluya a carretadas y se creen los empleos necesarios para sustituir la inocentada de hacernos crecer por el reducido consumo interno que promueven los programas sociales.
Para justificar la recuperación de proyectos del odioso pasado, inventan motivos de la cancelación del tren México-Querétaro. Nada mencionan de si efectivamente se pagó una indemnización, ni por qué. El problema no reside en crecer económicamente, sino en tener proyecto de nación, ¿conoce usted el de la 4T?
Nada, que es un regreso al pasado en pleno desconcierto, pues mientras afirman y sostienen que no hay rescates, la señora Claudia Sheinbaum avisa que va a rescatar a la compañía de transporte que tiene la concesión del Metrobús en la Ciudad de México, con la módica cantidad de 593 millones de pesos. Y me pregunto cuánto paga esa empresa por el arrendamiento de los espacios públicos de esta ciudad capital que le sirven de estaciones, o cuánto cubre de impuestos por los ingresos en publicidad que se embolsa.
Entonces resulta que rescates sí hay, y más con esta empresa que se la jugó con AMLO cuando se puso en servicio este transporte que, en honor a la verdad, es eficiente, seguro y limpio, aunque sujeto a que las manifestaciones lo interrumpan, a que los acosadores se sirvan de los espacios reservados a mujeres, y a que los amigos de lo ajeno transiten impunes de un lado a otro de la ciudad.
En alguna ocasión un grupito de chicas punk me hizo amargo el trayecto entre Ciudad de los Deportes y Doctor Gálvez, donde descendí para acudir a mi modesto trabajo en el Consejo de la Judicatura Federal. Las agresiones verbales ya anunciaban las que ahora proliferan desde el púlpito evangélico y presidencial.
¿Por qué no cambian de concesionario si incumple el contrato? Muy sencillo, el señor de los anillos montaría en cólera y eso es lo único que Claudia Sheinbaum no necesita en su récord de ciega lealtad.
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@OrtegaGregorio