* Nunca como ahora las cartas están marcadas. No quisimos o no supimos ver el verdadero proyecto transnacional de la 4T, a caballo entre el dinero del narco y el sueño de la república bolivariana. La Legislatura LXVI y la XXXII se hermanarán para la historia
Gregorio Ortega Molina
Los mexicanos vivimos pasmados hace mucho tiempo, quizá desde que nació el proyecto de nación y fue traicionado y conculcado por la XXXII Legislatura, al reformar la Constitución (tan pronto como diez años después de promulgada) y destruir el eje ideológico de la lucha armada: la no reelección.
De cualquier manera, la sustitución del proyecto de Álvaro Obregón por el diseño cardenista de la presidencia imperial, primero, y la dictadura perfecta, instalada por Gustavo Díaz Ordaz, modificaron el curso de nuestra historia, salvo durante los años 1982-2000. El neo zapatismo y los crímenes políticos de 1994, indicaron que el camino a la consolidación de lo iniciado desde 1821 todavía sería largo y cruento, pero la alternancia lo canceló, otra vez.
Lo que se nos viene encima durante las próximas semanas y meses, supera con mucho las consecuencias de la inmunidad otorgada por la Corte Suprema de Estados Unidos a Donald Trump, porque lo que buscan desde la 4T es la desaparición del tribunal constitucional y la concentración de los tres poderes de la unión en el Ejecutivo.
Obvio, cuando la Legislatura LXVI se hermane con la XXXII, el daño será irreversible, y no veo ni manera de contenerlo, porque no hay entre sus integrantes un Belisario Domínguez, un Field Jurado, un Porfirio Muñoz Ledo, todos, como de costumbre en el Congreso, son agachones y se paran para ir a los mingitorios a la hora de votar, con el supuesto de que así eluden su responsabilidad.
Entre los que tienen poder y los que carecen de toda posibilidad de hacerse oír, desapareció toda empatía; la relación, el enlace, la supervisión del gobierno con la sociedad está en manos de los Siervos de la Nación, tan parecidos a los Comisarios del pueblo. Es la reinstalación de los métodos estalinistas.
México es un país sin proyecto educativo, condicionan la inquietud que despierta el conocimiento a la ignorancia y a la adquisición de voluntades con el dinero fiscal, el dinero de todos, distribuido a través de los plásticos del bienestar. ¿Y el crecimiento económico?
Nunca como ahora las cartas están marcadas. No quisimos o no supimos ver el verdadero proyecto transnacional de la 4T, a caballo entre el dinero del narco y el sueño de la república bolivariana.
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