* La manera en que decidan resolver las controversias constitucionales que, por lo pronto, inhabilitan la vida normalmente legal y constitucional de la CDMX, incidirá en la voluntad popular a la hora de elegir al próximo Presidente de la República
Gregorio Ortega Molina
Reitero mi convicción. No creí ni creo en los beneficios amplios y generales de la modificación constitucional, jurídica y legal de lo que fue el Distrito Federal, convertido ahora en CDMX y en entidad federativa.
Pero tampoco estoy de acuerdo en que se haya dejado correr un cambio que disgustaba y disgusta al Poder Ejecutivo, como lo muestran las impugnaciones a la Constitución que, de la unidad de cuidados intensivos fue regresada a la incubadora. Es un problema neonatal que es necesario dilucidar, porque lesiona el pacto federal y oscurece, de manera implacable, el futuro inmediato de esta ciudad, asiento de los poderes federales.
Dista mucho de manifestarse como sagacidad política o inútil perversidad humana el entrampamiento al que condujeron y en el que colocaron los trabajos de la Asamblea Constituyente, porque allí discutieron -y además aprobaron- los que hoy rechazan parte del articulado de la Constitución de la CDMX, pues, dicen ellos, tiene atribuciones que competen estrictamente al ámbito federal.
La manera en que ahora desean contener una norma constitucional que se les convierte en piedra en el zapato, es simplemente una estupidez, porque todo lo que cuestionan debió haberse solucionado mediante el diálogo entre constituyentes, pero lo dejaron correr para ver hasta dónde llegaban los reformistas, considerando que siempre puede echarse mano del manido recurso de la controversia constitucional. ¿Qué quieren demostrar, y qué van a contener y contra reformar?
Naturalmente que todo lo hace este gobierno porque está urgido de recobrar el poder en la ciudad, y en esa necesidad no se dan cuenta, los integrantes del Poder Ejecutivo, que entrampan a sus contendientes políticos, a ellos mismos y a los habitantes y/o electores. En condiciones normales, es previsible que MORENA gane las elecciones de la Jefatura de Gobierno, pero si se da -como parece que quieren- el vacío legal y los votantes no pueden elegir Jefe de Gobierno, lo resolverán eligiendo a AMLO como presidente constitucional.
La manera en que decidan resolver las controversias constitucionales que, por lo pronto, inhabilitan la vida normalmente legal y constitucional de la CDMX, incidirá en la voluntad popular a la hora de elegir al próximo Presidente de la República.
Es necesario estar atentos a la manera política y de intereses del Estado en que decidan dar salida a este entrampamiento, porque solitos se metieron en él.
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