* Enfrenta ahora una estrategia diseñada para disminuir su prestigio y su imagen, para, con la usura del halago desmedido, pulirla hasta que desaparezca, se nulifique, se pierda en la vorágine de una autocomplacencia alimentada desde el poder
Gregorio Ortega Molina
Uno de los métodos recurrentes para cooptar o seducir o comprometer políticamente, es servirse de la vanidad del sujeto que se desea tener cerca, en constante observación y absoluto control.
Todos esos críticos, supuestos analistas y columnistas que contribuyen con el gobierno a dorarle la píldora a Manlio Fabio Beltrones Rivera, se equivocan y pueden contribuir a que tropiece.
Insistir en la presencia anímica de un político formado y vivo, es buscar la oportunidad de convertirlo en fantasma, o al menos amarrarle las manos para cancelar sus aspiraciones, si todavía las tiene, y ¿quién puede saberlo?, a lo peor es pura medicina preventiva, como la predicada por José Reyes Baeza, director general del ISSSTE.
¿Compromete a Manlio Fabio Beltrones Rivera la llegada de Pablo Escudero a la presidencia del Senado de la República? ¿Quién es políticamente el senador Escudero? ¿Cuáles fueron o son sus grandes aciertos en la Comisión Anticorrupción que, por cierto, todavía preside? ¿El PVEM representa lo que alguna vez significó como fuerza política? ¿No es suficiente con el descrédito del “Chamaco Verde” y Arturo Escobar?
El senador Escudero se dejó vencer por la vanidad, en un momento en que su propia carrera política está en entredicho, porque en sus haberes no hay éxitos, quizá tampoco fracasos, sólo era un ser anodino hasta que a Emilio Gamboa Patrón se le ocurrió que llevarlo a la presidencia del Senado es una manera de tener cerca al suegro incómodo, muy cerca, para evitar que éste caiga en la tentación de ser inteligente y demostrarlo, porque lo es.
Para halagar todavía más al ex presidente del PRI, para amarrarle las manos con el agradecimiento a favores que no solicitó ni solicitará, para llenarlo de importancia, pero gracias al poder, en algún oscuro lugar decidieron que Sylvana Beltrones Sánchez fuese la legisladora priista que fijara la posición de su partido con referencia al IV Informe de Gobierno de EPN, lo que en otro momento y otras circunstancias debió considerarse un reconocimiento a su carrera, porque es una mujer inteligente que aprende y logra volar por ella misma.
Manlio Fabio Beltrones enfrenta ahora una estrategia diseñada para disminuir su prestigio y su imagen, para, con la usura del halago desmedido, pulirla hasta que desaparezca, se nulifique, se pierda en la vorágine de una autocomplacencia alimentada desde el poder.