* Debe sustituir la diatriba por las ideas y propuestas concretas. Creo que todos sabemos qué esperan los electores de aquel que llevarán a la Presidencia de la República: castigos ejemplares a la corrupción; iniciar la transición, para que el modelo político sea tan moderno como las aspiraciones económicas, y no se adueñen unos cuantos de los frutos de las reformas estructurales, si los hay
Gregorio Ortega Molina
En unas horas se registra AMLO como candidato de MORENA a la presidencia de México. Bien por el simbolismo del día, mal por la impresión que dejan sus declaraciones una vez conocido el nombre del abanderado priista, así como la acerva respuesta a la amnistía.
Todo indica que va a una contienda de diatribas y descalificaciones en lugar de subirse al espacio de las ideas y el sincretismo entre política y religión, porque servir al Estado es oficiar un culto.
¿Qué ganamos los electores con la adjetivación que hace de José Antonio Meade por su clase social? ¿Señoritingo? ¿Legalizar una amnistía que existe en los hechos? ¿Dónde está la propuesta del cambio?
Los espacios en los que se contiende por el poder son otros, lo mismo que los medios para conseguirlo. Sólo uno de los instrumentos permanece inalterable: la palabra adecuada que conduce a la idea, favorece la simpatía y conquista voto por voto.
La globalización total implica la concepción de una campaña política total. Hace mucho que el método difundido por Joe McGinniss en Cómo se vende un presidente dejó de ser usado, o siquiera consultado, por los creadores de imagen. La escuela modelada por Fausto Zapata Loredo, Otto Granados y José Carreño es obsoleta. El modelo con el que regresó EPN al PRI a Los Pinos mostró su inoperancia en los niveles de aceptación que hoy tiene el presidente de México.
¿De qué manera puede AMLO hacer que los electores se atrevan a dar la vuelta a la tortilla?
Por lo pronto debe desprenderse de las reservas que le impone su cristianismo, buscar la manera de sincretizarlo con el culto que debe al Estado, si desea servirlo como presidente de México. Fuera temores.
Por ejemplo, hoy después de registrarse debiera acudir a la Villa de Guadalupe. ¿Por qué? Por el sincretismo. Aquí son guadalupanos en su profesión de fe, más allá de todo cristianismo.
Obvio que no puede llegar al extremo de intentar mimetizarse con Miguel Hidalgo, favorecería la sorna, los memes; tampoco puede servirse de la imagen de Guadalupe para fundirla con el escudo de MORENA, pero nada le impide colocarse bajo su advocación y amparo, y en cada etapa de la gira acudir a los templos guadalupanos del lugar de la pernocta. Pero no lo hará.
También debe sustituir la diatriba por las ideas y propuestas concretas. Creo que todos sabemos qué esperan los electores de aquel que llevarán a la Presidencia de la República:
1.- Castigos ejemplares a la corrupción; 2.- Iniciar la transición, para que el modelo político sea tan moderno como las aspiraciones económicas, y no se adueñen unos cuantos de los frutos de las reformas estructurales, si los hay; 3.- Gobernar con los mejores, no con los cómplices ni con los compromisos políticos; 4.- Fortalecer el Estado de bienestar y, 5.- oficializar las exequias del presidencialismo.
Más pronto que tarde el discurso nos permitirá ver que traen adentro los candidatos, y hacia dónde pretenden conducir al país.
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