* Imposible dar la cara por lo indefendible. Partidocracia es causa de crisis
* MORENA con más imaginación que PRI y Frente, pero ninguno de los tres ofrece soluciones para restaurar la República
Gregorio Ortega Molina
José Woldenberg, conocedor de los entresijos del comportamiento político de los mexicanos, perdió el norte, está equivocado.
Sostiene -creo haber entendido lo por él escrito el jueves 9 de noviembre último- que el exceso de crítica en medios y de viva voz hacia los partidos y sus líderes, desestructura las vías institucionales de participación electoral, pero sobre todo política, y pone en riesgo la viabilidad de esos clubes que se constituyeron en partidocracia.
Cierto, la crítica es acerva, feroz, abundante, quizá algunas veces injusta. Por eso es momento adecuado para que nos preguntemos ¿en qué han contribuido en la contención del estado de ánimo, o evitar el estallido social y el descontento y, además, cuáles son sus propuestas de soluciones de factible instrumentación, para aliviar la pobreza, acotar la inseguridad, minimizar la corrupción, evitar la impunidad y así reponer la agenda del desarrollo, a través de la reforma del Estado? Se apoltronaron en la alternancia, debido al terrible miedo que tienen a la transición.
Si al lenguaje cibernético corresponde la mutilación de las palabras para ajustarse al número de caracteres, y esta “emasculación” puede llevar a la modificación del concepto o, de plano, al dislocamiento del trayecto racional que conduce el encuentro del término adecuado para expresar la idea, es posible que el actual discurso político, además de modificar la percepción y la imagen, conduzca a los ciudadanos en edad de votar a la anomia, al abandono del necesario rescate de los valores humanistas que proporcionan solidez y equidad a los gobiernos. Hemos transitado de una incipiente armonía social al abuso del poder, y de éste al regreso del fascismo, como lo hacen en España y Argentina.
Los sucesos demuestran que el análisis propuesto dista mucho de ser descabellado. La declaración del secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, para desacreditar lo dicho por Justin Trudeau sobre los salarios que se pagan en México; las maneras con las que se dispuso dar por muerto y enterrado el caso de Santiago Nieto, para que Emilio Lozoya Austin no padeciera rubor alguno; el modo en que solicitaron la renuncia al titular de la PGR, a quien seguramente se le atragantó el resultado de su investigación sobre el caso Odebrecht; el silencio de Gerardo Ruiz Esparza, porque el socavón se convirtió en hoyo negro capaz de consumirlo todo y, como corolario, la simulación democrática con el “despiste” inducido por Luis Videgaray, y la convocatoria al registro de candidatos del PRI y a Convención de Delegados para apuntalar al dedo índice, guía señero de la voluntad partidista.
Si algo puede dar esperanza a México es el exceso de la palabra, porque convoca a la reflexión primero, y a actuar después; por el contrario, las alternativas para preservar la partidocracia en un país excesivamente armado, conducen a lo que a nadie conviene.
Señor Woldenberg, por favor recuerde que en términos bíblicos, históricos y políticos la palabra es todo… todo.
Del videodestape al diplodestape, el despiste y la simulación de democracia
Sorprende que el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, haya olvidado lo que ocurrió a Manlio Fabio Beltrones Rivera cuando, puesto a acatar una solicitud de Carlos Salinas de Gortari -entonces amo y señor-, contribuyó a la instrumentación del videodestape. Su destino inmediato fue el destierro interno durante un sexenio.
Allí, a la vera del señor Videgaray Caso, opera un “asesor” que estuvo muy cerca de Juan Rebolledo Gout; dicho “demonio de Sócrates” cuenta con el conocimiento suficiente para haberle advertido de cuáles pueden ser las consecuencias de lo que hizo.
En cuanto a la voz de alarma presidencial por el “despiste” y la instrumentación “adecuada” en tiempo político y en formas, ¿es muestra de fortalecimiento del presidencialismo -el principio mexicano de Weimar-, o es una salida decorosa a los peligros reales que representan AMLO y el Frente?
La convocatoria emitida por el PRI para registrar precandidatos es clara, la Convención de Delegados para elegir candidato será otra simulación: resulta que se revalúa la importancia de las precampañas, durante las cuales habrá dinero, y mucho.
El PRI y los frentistas debieron modificar su estrategia y quizá, por qué no, en imitación del juego infantil lo que hace la mano hace la tras, copiar al Peje y adelantarse, durante las precampañas, en seguimiento a la máxima de Jesús Reyes Heroles: primero el plan, luego el hombre, para culminar con la nominación del candidato en elección abierta. Pero no lo harán.
¿Tendrán la imaginación, el interés y la estatura política para presentar un verdadero proyecto de transición? Por lo pronto el día de la Virgen MORENA, el peje se registra como PRECANDIDATO, entre otros comparsas.
Pero nadie, hasta el momento, aporta el cómo operar la restauración de la República.
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