* El entramado político en el que se mueve Ricardo Anaya Cortés, con el único propósito de incidir en la contienda presidencial y no en ganarla, obviamente no fue concebido ni tejido por él, sino por ese grupo que mueve los pedales del telar
Gregorio Ortega Molina
Ricardo Anaya Cortés es más largo que la cuaresma. Hábil, más que inteligente y culto. Disfraza su cinismo de ingenuidad. Quiere aparentar distracción, pero mientras sonríe vende una libra del hígado de su adversario político, como todo mal imitador del Mercader de Venecia.
Supongo, entonces, que sus aliados en el Frente Amplio le son parecidos, porque de no ser así, que se cuiden, pues en cualquier momento puede dejarlos colgados de la brocha y decir que no supo del compromiso que firmó, que estaba muy largo de leer, muy lejos de sus entendederas comprender su significado.
Lo escucho y me viene a la memoria el truculento gesto político de Francisco José Paoli Bolio, en un momento su correligionario. Prefirió decir que era de vejiga floja y salir corriendo al mingitorio, para evitar cumplir su compromiso ideológico y de partido adquirido con Acción Nacional. Se convirtió en la meada más cara en la historia de la política mexicana.
Desconozco cuál sea el resultado de su conducción política del PAN. Por lo pronto a los militantes y a la nación los descobija, pero en cuanto a su fortuna personal, la voz pública dice que es cuantiosa.
Dista mucho de ser villano, más bien tiene la dimensión de un minion, siempre dispuesto a servir, y a servirse, del más perverso de los habilidosos políticos mexicanos.
Si su cálculo es que con el Frente Amplio hacen más optimista la contiende presidencial para el PRI, está en un error, porque ninguna de las evaluaciones o previsiones electorales, ninguno de los análisis políticos toma en cuenta los cambios sufridos en el comportamiento y la cultura de la sociedad, debidos a la reingeniería social impulsada por las reformas estructurales y la revolución cibernética. La realidad virtual puede convertirse en sucesos tangibles y verificables, en cualquier momento. Habrán de sumarse las consecuencias del sismo en las urnas.
El entramado político en el que se mueve Ricardo Anaya Cortés, con el único propósito de incidir en la contienda presidencial y no en ganarla, obviamente no fue concebido ni tejido por él, sino por ese grupo que mueve los pedales del telar, cual Penélope en espera del premio del regreso de Odiseo.
Y todos sabemos el resultado.
Al hacerse presente el propietario del trono, mató a todos los aspirantes a sucederlo, con el pretexto de hacer feliz a la supuesta viuda. Por el momento la República tiene dueños, aunque en esta ocasión a los traidores se les premiará con algo más que una palmadita en la espalda, pues recibieron ya cuantiosas fortunas.
Sobre la reconstrucción opina un lector: En medio de esta tragedia que requiere todo el apoyo institucional para reconstruir las viviendas de los damnificados, en su mayoría son personas de escasos recursos, me pregunto: las finanzas del Estado mexicano no tienen la capacidad de atender estas contingencias, los seguros que la federación y los estados de la República contratan o tienen que contratar no alcanzan, ¿dónde está el dinero público que se tiene guardado?
Cuánto cuesta la reconstrucción y cuanto representa lo que aportarán los partidos políticos a esta causa, ¿cuál es el porcentaje? ¿Vale la pena violar la Constitución y la intención del constituyente al blindar a los partidos políticos económicamente, para que no sean sujetos de corrupción por carecer de recursos?
Creo que lo que pretenden hacer es demagógico, para quedar bien con la tele y las noticias, en estos momentos en que muchas partes del país sufren la tragedia, pero al final le reitero, se estará atentando contra la independencia económica de los partidos políticos, sean buenos o malos, y el día de mañana con este antecedentes, por quítame estas pajas, también se pueda decidir que se les recorten los recursos. La Constitución no lo permite, cualquier otro argumento será para no acatarla.
Si quieren, que propongan una reforma a la Constitución y les quiten el financiamiento o se los reduzcan, decisión que sería meditada y determinada conforme a los plazos y procedimientos constitucionales de la reforma; sin embargo, no estarían en el ojo de la noticia como los salvadores del pueblo en desgracia, pero que no se aprovechen del sentimiento popular de solidaridad para traer agua a sus molinos. Me extraña que el Presidente del INE esté secundando esta posición, que me parece oportunista y contra la Constitución.
En todo caso, que la Secretaría de Hacienda busque cómo solucionar el problema, para eso está, es su misión legal, proveer los recursos necesarios para el país.
Mi opinión al respecto no se modifica: los partidos políticos también reciben y usan dinero negro, no necesariamente con origen en el narcotráfico, pero, ¿dónde fue a parar el endeudamiento excesivo de los gobiernos estatales y los desvíos de los gobernadores? Está en los cochinitos para ganar elecciones, que le pregunten al recién entronizado Alfredo del Mazo III.
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