* Deseo con firmeza que pronto aprendamos que -ante las circunstancias nacionales y el entorno internacional- hay una nueva realidad, la que con toda su fantasía nos ofrece el presidente mexicano cada mañana
Gregorio Ortega Molina
Si la palabra del presidente de México pesa, también el oportuno silencio. Resulta inconcebible que le permitan perorar de lo que desconoce o inventa para sus fines políticos. Pudieron tomar la iniciativa o tener la audacia de hacerle una tarjeta informativa sobre el ensayo de Gabriel Careaga, Mitos y fantasías de la clase media en México.
Al menos poner en sus manos el resumen del artículo de Marcos Cuevas Perus -aberrante aspiracionista, doctor en Economía Internacional por la Universidad Pierre Mendès-France, Grenoble; Investigador Titular de Tiempo Completo en el Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM-, en cuyo resumen indica que “trata sobre el papel político y social que ha desempeñado la llamada clase media en nuestro país desde hace poco más de cuarenta años”: <<Tomando en cuenta los movimientos internos dentro de este grupo, es posible encontrar respuestas ante los vaivenes tanto de una economía globalizada, como de una política nacional despreocupada de la sociedad a la que gobierna; por ello, el autor propone no pasar por alto el carácter estratégico que tiene la clase media en el ámbito de las políticas públicas>>.
En cuanto a la idea de que la clase media alemana impulsó y favoreció el ascenso de los nazis al poder, sus asesores pudieron al menos recordarle que Alemania transitaba por una severa crisis económica como consecuencia de los Acuerdos de Versalles, que firmó obligadamente para pagar parte de lo perdido durante la Gran Guerra. Situación que se profundizó todavía más con la caída mundial de las economías.
Los nazis intuyeron que era su momento para subirse al poder, montados en el deseo de resarcimiento de las empobrecidas familias alemanas de obreros desempleados. Obvio, se aliaron con la familia Krupp, el equivalente de los Slim de hoy. No eran agua y aceite, sino unión de intereses, complicidades, posibilidades de hacer enormes las fortunas ya grandes.
En cuanto a sus ideas sobre el golpe en Chile y la supuesta alianza entre la clase media y los milites, les valdría bien acordarse de que Henry Kissinger está vivo, tanto como otros testigos -¿les vale el de Isabel Allende?- que pueden certificar el cómo y el porqué el gobierno de Richard Nixon puso suelas nuevas a las botas de Augusto Pinochet.
Dejemos de pensar en lo que está consignado en los libros de historia, en las novelas históricas y en la literatura y la poesía, hemos de aceptar, como sumisos gobernados, que al señor López Obrador le asiste la razón, ¡faltaba más!, para eso es el presidente de México y vive en Palacio Nacional, rodeado de un lujo ante el que palidece el disfrutado en Los Pinos.
Deseo con firmeza que pronto aprendamos que -ante las circunstancias nacionales y el entorno internacional- hay una nueva realidad, la que con toda su fantasía nos ofrece el presidente mexicano cada mañana.
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@OrtegaGregorio