* Lo que se ha dicho y escrito de ella dejó de ser pasado de referencia, porque lo que contará, desde el domingo 1° de julio serán sus acciones, las consecuencias de la toma de decisiones, el peso de la descentralización en la vida económica -si se efectúa-, pero sobre todo el reordenamiento urbano
Gregorio Ortega Molina
Cuando Miguel de la Madrid Hurtado obtuvo la nominación priista para ser su candidato a la Presidencia de la República, corrió de boca a oído el siguiente mensaje: Está en el mejor lugar, en el peor momento. No hay razón de aclarar cualquier suposición, piensen lo que deseen.
Lo mismo ocurre a Claudia Sheinbaum. Durante más de una década fuimos engañados con el mito del santuario del Distrito Federal. En cuanto la sede del Poder Ejecutivo dejó de ser territorio federal para convertirse en una entidad federativa más, el velo se descorrió y la violencia se mostró con todas sus consecuencias.
La Ciudad de México no es ningún santuario. Para transitar por ella hay que hacerlo con el Jesús en los labios, rezar para no llegar al lugar equivocado en el momento equivocado. Aquí te matan hasta con un arma de juguete. Mueres del infarto que te da verte amenazado.
Pues bien, la señora Sheinbaum es la primera gobernadora de la Ciudad de México en llegar por la vía electoral (lo de Rosario fue un dedazo de Cuauhtémoc, y ella así le pagó), lo que obliga a que los observadores y analistas políticos la tengan bajo constante observación. Lo que se ha dicho y escrito de ella dejó de ser pasado de referencia, porque lo que contará, desde el domingo 1° de julio serán sus acciones, las consecuencias de la toma de decisiones, el peso de la descentralización en la vida económica -si se efectúa-, pero sobre todo el reordenamiento urbano, el fin de la impunidad y el combate a la corrupción.
La anterior reflexión está originada porque “Claudia Sheinbaum anunció parte de su gabinete. 17 cargos, 9 hombres y ocho mujeres con un perfil eminentemente académico y en la mayoría de los casos con experiencia en la Administración de la capital mexicana.
<<Todos y todas son de absoluta y probada honestidad; y todos son especialistas en sus temas. Es un privilegio que cada uno haya aceptado colaborar con el gobierno de Ciudad de México>>, anunció tras presentar a cada uno de sus futuros colaboradores.
“Dos de las carteras estratégicas, la secretaría de Gobierno y la de Finanzas, serán ocupadas por Rosa Icela Rodríguez y Luz Elena González respectivamente, ambas con más de 20 de años de carrera dentro de la administración de la ciudad. El Instituto de la Mujer pasará a tener categoría de secretaría y estará encabezada por Gabriela Rodríguez Ramírez, académica y consultora de Naciones Unidas”.
La cauda de nombres inspira confianza en unos y causa escepticismo en otros, porque así como el gobierno de los filósofos no es recomendado, ahora tendremos oportunidad de observar cómo resulta uno de académicos, de personas acreditadas por la honradez administrativa y la honestidad intelectual, lo que no necesariamente son virtudes para transitar entre esos pillos que buscan contratos y privanzas, sin necesidad de pasar por las normas legales.
Habremos de estar atentos.
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