* Ni siquiera cuando el loco hermoso acuñó su proclama de que doscientos pesos en la cartera y un par de zapatos eran suficientes para andar por la vida, esa cantidad garantizaba el respiro. Hoy, ¿cuánto se necesita para llevar comida a la mesa y ver a los hijos de frente? Debe revalorizarse la verdadera importancia del poder adquisitivo del peso. La paridad con el dólar es un mito
Gregorio Ortega Molina
En su empeño por asentar la credibilidad de un quinto evangelio y fortalecer la trascendencia de la imagen mítica del loco hermoso, así como la certeza de que estamos gobernados por la mejor presidenta del mundo, tergiversan las cifras y las maneras de revisar el valor real de la economía mexicana, el porcentaje de la inflación y la cantidad de alimento que puedes adquirir con tu salario.
Lo que puede certificarse es que no nació en Macuspana, Tabasco, un quinto evangelista, y su verbo tampoco se inscribe en los evangelios apócrifos. Los historiadores serios, los investigadores sociales y políticos, no encontrarán un sitio para él.
¿Por qué razón? Porque todo se sustenta en la falacia de los otros datos. Lo que no cabía en ellos, hacia nugatorio el discurso político de López Obrador, que ahora se empeñan en transformar en verdad revelada, a través de las cifras y datos de la economía que debe apuntalar los cimientos de un segundo piso que no resiste un terremoto como el de 1985.
Lo cierto es que no importa que adquirir un dólar pueda hacerse con 18 o 20 pesos, si un kilo de tortilla requiere algo más de circulante. Los servicios básicos incrementan su costo, lo mismo que los gastos de los que no pueden responsabilizarse los servicios médicos del Estado, o la carga de asistir a la escuela pública, o el deficiente transporte. ¿Qué puedes adquirir hoy con cinco pesos? Durante mi niñez y primera juventud con esa cantidad compraba mi entrada al cine, un refresco y palomitas. Hoy ni con cien pesos.
Debemos partir de un hecho incontrovertible para saber dónde estamos parados: la paridad es irrelevante frente al poder adquisitivo del peso. Lo que importa es que el salario ofrezca una vida digna, que las tarjetas del bienestar efectivamente lo garanticen, y no nada más se conviertan en una carga fiscal que nos lleva al colapso económico.
Ni siquiera cuando el loco hermoso acuñó su proclama de que doscientos pesos en la cartera y un par de zapatos eran suficientes para andar por la vida, esa cantidad garantizaba el respiro. Hoy, ¿cuánto se necesita para llevar comida a la mesa y ver a los hijos de frente? Debe revalorizarse la verdadera importancia del poder adquisitivo del peso. La paridad con el dólar es un mito.
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