* La urgencia de mantener acelerado el pulso de la calle, del activismo político, porque es el manantial de poder que él cree le hace falta para ser un presidente como los de antes
Gregorio Ortega Molina
En política casi nunca el camino más corto resuelve el problema ni se recorre en menor tiempo; tampoco es el que cuesta menos. En cambio la falta de objetividad y experiencia en el ejercicio del poder, eleva costos en todos los ámbitos.
La consulta por el NAICM adquiere otra dimensión si se acepta la hipótesis: las propuestas y/o decisiones de AMLO y su gobierno resultan muy caras a los mexicanos, por asumir el poder antes de tomar posesión del mandato constitucional, que es incontrovertible.
No es lo que gustosos pagaron los integrantes de las bancadas de Morena, ni el despliegue publicitario, como tampoco los espacios y el tiempo consumido en la discusión previa a la votación y como consecuencia de los resultados. Lo de alto precio es lo que no se ve: ¿dónde el mandato jurídico que dé legalidad a una consulta nunca ordenada por alguna institución del gobierno? ¿Dónde la enumeración legal del finiquito del contrato? ¿Dónde la firma del presidente de México que lo avale, o la del titular de SCT?
Lo que en el ámbito económico creyeron o promovieron como grave fue el coscorrón en la cotización del peso y el descenso en la bolsa. Todo regresó a la normalidad porque empresarios, constructores y financiadores del NAICM se percataron de la inexistencia del acto jurídico. No fue otra la razón.
Lo que se melló fue la legitimidad. ¿Es un raspón?, también cuentan, y regresarle el brillo original cuesta más que una pulida y encerada al coche recién adquirido. De allí la urgencia de un nuevo ensayo, ahora con las comisiones cobradas por los bancos a los servicios prestados a los usuarios. El asunto se dirimirá después de difícil negociación, porque sí es propuesto por una autoridad legislativa: el Senado de la República.
El mandato constitucional es explícito. Al Presidente de la República se le eligió y se le paga para que tome decisiones y las asuma, no para que a cada paso busque la corresponsabilidad de su sostén electoral.
La otra vertiente es su interés por mantener acelerado el pulso de la calle, del activismo político, porque es el manantial de poder que él cree le hace falta para ser un presidente como los de antes.
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