* El silencio no requiere de amenaza ni aviso, se manifiesta como el disparo de un francotirador experto y puntual, para hacer daño allí donde se lo ha propuesto, o donde se lo indicaron
Gregorio Ortega Molina
Asistimos a la reposición del recurso del método, en clara referencia a la novela de Alejo Carpentier que ilustra el comportamiento de los dictadores latinoamericanos. Intentan repetir la historia, aunque desconozco si el poder presidencial todavía conserva la fuerza de los años 70, como para imponerse así.
Luis Echeverría Álvarez favoreció con dinero y poder la defenestración de Julio Scherer García de Excélsior. Destruyeron el aura del medio informativo, pero contribuyeron a crear una leyenda, desde entonces considerada ejemplo de profesionalismo y congruencia en asuntos de información política. Como condición para su permanencia, debían irse Gastón García Cantú y Daniel Cosío Villegas.
El tema de Manuel Buendía fue expedito: la muerte; la piedra en el zapato que significaba para el gobierno Mario Sojo, se resolvió en la Comisión Calificadora. Sin los ingresos de Alarma! el proyecto de Impacto resultó inútil.
Carlos Salinas de Gortari solucionó lo de los periodistas incómodos con dinero, en algunas ocasiones con mucho dinero. Aunque lo entregado a Manuel Becerra Acosta no fue tanto.
Después lo han resuelto con la autoridad de los dueños de las empresas periodísticas: Raymundo Riva Palacio, Carmen Aristegui y Leonardo Curzio.
Es momento de preguntarnos qué tanto ha contribuido el silencio definitivo o temporal de esos periodistas, en el fortalecimiento de la imagen histórica y de la fuerza política de esos pequeños gobernantes que decidieron matarlos, destruirlos profesionalmente o, al menos, disminuirlos. La credibilidad de la prensa dura más que un sexenio, y eso los políticos se niegan a aprenderlo.
Han de hacerse algunas consideraciones sobre el silencio en momentos de crisis de credibilidad y del prestigio comprometido de los gobernantes, debidos a la innegable corrupción, garantizada por la impunidad, cual arma para proceder de la manera en que les viene en gana.
Verdad de Perogrullo, pero así es: el silencio siempre precede a la tormenta. Las conspiraciones nunca se alardean, los conjurados viven en sociedad como si fuesen cartujos; los movimientos telúricos son anunciados por el silencio de los animales en libertad -quizá las mascotas también presientan-, para después del terremoto desahogarse, de manera idéntica a como la sociedad lo manifiesta a través de la solidaridad con las familias de las víctimas y los damnificados.
El silencio no requiere de amenaza ni de aviso, se manifiesta como el disparo de un francotirador experto y puntual, para hacer daño allí donde se lo ha propuesto, o donde se lo indicaron.
Pudiera ser, pronto lo constataremos, que el silencio de la sociedad estalle en las urnas de la próxima elección presidencial, más allá de los voces apagadas de los periodistas muertos, o embozalados por los dueños de las empresas.
EPN y Odebrecht
Decidieron echarse a nadar en las aguas de la Estigia. ¿Saldrán bien librados?
Lo dudo, porque el nivel de credibilidad que tiene este gobierno está por los suelos, y es con el conocimiento perfecto de que la confianza en EPN mengua, tanto por la corrupción como por un mal manejo del discurso político, que escora a la extrema derecha, que Presidencia de la República hace del conocimiento de los mexicanos, y del mundo, que efectivamente el hoy presidente constitucional de México, antes de serlo recibió a los representantes de Odebrecht.
¿Es verdad a medias?
Quien conoce del manejo del sistema, sabe bien que en la cúspide del poder evitan, a cualquier precio, ensuciarse las manos, y si hubo apoyo económico para la campaña presidencial es seguro que EPN no tocó ese dinero, aunque lo haya ayudado a alcanzar el poder.
Desconozco cuál pueda ser el desenlace, pero es posible que el resultado de tanta corrupción se muestre en las urnas de la elección presidencial.
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