* ¿Dónde está la solidaridad de Carlos Slim, Germán Larrea, Alejandro Bailleres y María Asunción Aramburu Zavala, con esos mexicanos buenos y sabios que son base y sostén de sus fortunas? Se regodean de codearse con el poder y del desperdicio en el que viven con sus familias, cuando la espada de Damocles de la inseguridad jurídica y de las tentaciones del poder, pende sobre sus cabezas, aunque el dinero contante y sonante ya no esté en México. Así la confianza y la credibilidad
Gregorio Ortega Molina
Nada como estar satisfecho, ahíto, con el hambre saciada y la pulcritud física sostenida, a pesar de la sequía y lo caro del agua. Bañarse y comer son bendiciones que no deben faltar, son el primer paso al cultivo del optimismo y, de éste, a la confianza y la credibilidad.
Le doy vueltas a ese término de inflación subyacente, y de todas maneras no alcanzo a entender por qué, a pesar de los programas sociales y ese dinero de plástico de origen fiscal, cada día es más difícil llevar alimentos a la mesa. No hablo de manjares, de comida normal, de esas hierbas que dan sabor a nuestras vidas como aderezo en los frijoles y las salsas. ¿Saben ya a cómo está el manojo de cilantro?
Orondos nos refriegan la cantaleta del súper peso, parece que no desean darse cuenta de que esa política económica encarece la vida doméstica y propicia que los sagrados alimentos anden por los cielos y no en nuestros platos. ¿Cuánto vimos, en los gobiernos culpables del pasado, que el dólar estuviese más barato que el kilo de tortilla? Imposible alimentarnos de billetes verdes, aunque fumar de la verde con toda seguridad aliviaría nuestro estrés, y evitaría que pensáramos en las razones y las consecuencias de la ejecución de Hipólito Mora, o en por qué chingaos muchos mexicanos han de huir al otro lado para conseguir cómo alimentar a sus familias. Esto es lo que no dicen: el dolor y sacrificio que significan las remesas.
¿Cómo tener confianza en el Estado, en el gobierno, en el supuesto proyecto de cuarta transformación, si desde el punto de vista económico casi todos los mexicanos nos tronamos los dedos, porque todos los costos de una vida digna, limpia y de honrada medianía, sólo lo pueden pagar los cresos y los políticos incrustados en el Poder Ejecutivo?
¿Dónde está la solidaridad de Carlos Slim, Germán Larrea, Alejandro Bailleres y María Asunción Aramburu Zavala, con esos mexicanos buenos y sabios que son base y sostén de sus fortunas? Se regodean de codearse con el poder y del desperdicio en el que viven con sus familias, cuando la espada de Damocles de la inseguridad jurídica y de las tentaciones del poder, pende sobre sus cabezas, aunque el dinero contante y sonante ya no esté en México. Así la confianza y la credibilidad.
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