* Pero no importa, el presidente constitucional de los mexicanos tiene otras cifras, y ahora sí vamos al umbral del Primer Mundo que el Innombrable nos ofreció
Gregorio Ortega Molina
Me cuentan que de los programas sociales esperan el milagro de la multiplicación de los panes. ¿Cómo? Pues que la lana dada a ninis y viejitos y escolapios y familias para pagar las guarderías, servirá para reactivar el mercado, así, en un efecto geométrico se crearán empleos y crecerá, irremediablemente, la recaudación fiscal.
Sostengo que es una ingenuidad simplificarlo de tal manera, para que la meta de 4 por ciento del PIB deje de ser ensueño y convertirse en realidad.
Los destinatarios de esos recursos fiscales convertidos en dádiva de la 4T los “queman” en el comercio informal, en las chelerías, en tarjetas prepago; nada que modifique sustancialmente el desarrollo del comercio y contribuya a reactivar la economía. ¿Exagero? ¿Por qué, entonces, Prospera y la ayuda a los de 65 y más, sólo significaron una erogación y un paliativo, en ese orden, pero no una solución?
El presidente constitucional de todos los mexicanos debe dejarse de remilgos, y reconocer que para que se le respete, a veces debe permitir que lo vean y lo traten como florero, y en otras ocasiones negociar con tino, imaginación, sagacidad y una dosis de poder, dejar que prevalezca su opinión y su criterio en los asuntos que de verdad atañen a la prevalencia del Estado, por sobre las debilidades o erróneas percepciones del gobierno.
El desempleo crece en la misma proporción en la que el poder decrece y la confianza en las instituciones se diluye, como se fue por el desagüe la oportunidad de hacer una auténtica reforma educativa, ajena a las condiciones impuestas por el T-MEC. Confunden humanidades con humanismo, y creen que la instrucción cívica resuelve el comportamiento y las conductas, cuando lo que se requiere es regresar al modelo de enseñanza de la historia descrito por Josefina Vázquez en Nacionalismo y Educación en México. Lo demás, son vaciladas en las que la CNTE conserva el mango de la sartén.
Al hacer a un lado el proyecto de la Revolución para sustituirlo por el neoliberalismo económico, sucedió lo que Joël Dicker expresa en el epígrafe de Los últimos días de nuestros padres.
Que todos los padres del mundo, a punto de
abandonarnos, sepan el gran peligro que corremos
sin ellos.
Nos enseñaron a caminar, y ya no caminaremos.
Nos enseñaron a hablar, y ya no hablaremos.
Nos enseñaron a vivir, y ya no viviremos.
Nos enseñaron a convertirnos en Hombres, y ya ni
siquiera seremos Hombres. Ya no seremos nada.
Pero no importa, el presidente constitucional de los mexicanos tiene otras cifras, y ahora sí vamos al umbral del Primer Mundo que el Innombrable nos ofreció.
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@OrtegaGregorio