* Lo terrible es que, en esta aterida nación, la soberanía de la soberanía ahora está en manos del narco poder. Reclamará una buena cuota de sangre y poder económico antes de emigrar a otro santuario, lejos de Badiraguato y, de preferencia, donde se hable inglés
Gregorio Ortega Molina
Todas las instituciones sociales y políticas creadas por el ingenio humano, son dejadas con las llaves puestas en las cerraduras, para que, en cuanto el poder así lo requiera, puedan vaciarse, reconstruirse o, de plano desaparecer, como el INAI, que tal como está es un cascarón, o el INE, infiltrado por la humedad de la voluntad presidencial, para construir, a como dé lugar, un segundo piso a su 4T, cuando el primero está que se les cae.
No dudarán en derribar, con el propósito de que ni el recuerdo quede, con la tonta idea de que construyen un nuevo régimen, cuando lo cierto es que regresan al peor de los pasados, al iniciado por voluntad de Álvaro Obregón cuando intentó relegirse. La ley se lo permitió, no la voluntad de los generales ni de los electores. Todo quedó en el monumento de La Bombilla.
¿De verdad la 4T es un cambio de régimen? Tengo la certeza de que es un terrible retroceso, por donde nos esforcemos en justificar una atroz decisión: el regreso al presidencialismo imperial. Quizá debamos recurrir a Simone Weil, en sus Cuadernos, para que nos aclare el punto: “Cuando la ruptura de la legitimidad, el desarraigo, no es debida a la conquista, cuando se produce en algún país como consecuencia de un abuso de la autoridad legítima, que destruye con sus excesos en el uso de la fuerza todo sentimiento de legitimidad, lleva a pensar inevitablemente en la obsesiva idea de progreso, en la sed de enriquecimiento…
“Lo posible es el lugar de la imaginación, y, por consiguiente, el de la degradación. Hay que querer o bien lo que existe en concreto, o bien lo que no puede existir en absoluto. O mejor ambas cosas. Lo que es y lo que no puede ser están, ambos, fuera del devenir.
“Lo único que puede hacer de la legitimidad, de una simple idea absolutamente desprovista de fuerza, algo soberano -como el dharma, que es la soberanía de la soberanía, y con él lo débil neutraliza lo fuerte- es el pensamiento: así ha sido siempre, y así será siempre”.
Lo terrible es que, en esta aterida nación, la soberanía de la soberanía ahora está en manos del narco poder. Reclamará una buena cuota de sangre y poder económico antes de emigrar a otro santuario, lejos de Badiraguato y, de preferencia, donde se hable inglés.
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@OrtegaGregorio