* Asistimos al asesinato de la patria. ¿Permaneceremos sentados y como simples espectadores? ¿Somos incapaces de exigir, reclamar, imponer un reordenamiento en los partidos políticos, para que respondan a la hora histórica que los reclama? ¿Y las propuestas de la Reforma de Estado, de cambio de modelo político, de dónde provendrán?
Gregorio Ortega Molina
Hemos de mostrarnos agradecidos de que el presidente de nuestra República se manifieste tan fácilmente como el perfecto corre ve y dile. Divide, confronta, pero también propicia alerta, interés, deseo para que, en la llamada sociedad civil, germinen las propuestas que la oposición y el gobierno parecen incapaces de ofertarnos; insisten, todos, en regresarnos a lo más corrupto y pervertido del presidencialismo.
Suponer que las derrotas de los domingos 10 y 17 de abril últimos son las exequias de la 4T y su líder, es un error grave. La pugna por el poder para 2024 se replantea y adquiere otra dimensión, en la que no se escuchan voces ni se ven rostros capaces de llevarnos a la verdadera reforma del Estado y la conceptualización de un nuevo proyecto de nación. El gobierno abrió su juego con el cambio de modelo educativo. La faramalla de reforma electoral es un distractor para que nos pasen como bola de humo la ideologización y el adoctrinamiento.
Hemos constatado que les resulta imposible regresar a la época del Milagro Mexicano, pero siempre les es fácil y atractivo retomar el sendero de la represión selectiva: Demetrio Vallejo, Othón Salazar, Rubén Jaramillo, David Alfaro Siqueiros, Plaza de las Tres Culturas, 10 de junio, devaluaciones, Fobaproa, Ipab, Neozapatismo, Lomas Taurinas, calle Lafragua, error de diciembre, y yo ¿por qué?, haiga sido como haiga sido, casa blanca, Odebrecht, casa gris, sobres con “aportaciones”, muerte por la palabra, asesinato de periodistas, Rosario Robles. ¿Es lo que buscamos?
Asumimos, en la sociedad civil, el presidencialismo como fetiche, como salvaguarda, como “detente”, como reliquia; quizá así es, porque nuestros políticos cometieron idéntico error al de Constantino, cuando igualó a Jesús con el Emperador, al convertir al cristianismo en religión oficial en Roma; acá lo hicimos con el caudillo, lo transformamos en presidente de la República y le dimos estatus de deidad olímpica.
Asistimos al asesinato de la patria. ¿Permaneceremos sentados y como simples espectadores? ¿Somos incapaces de exigir, reclamar, imponer un reordenamiento en los partidos políticos, para que respondan a la hora histórica que los reclama? ¿Y las propuestas de la Reforma de Estado, de cambio de modelo político, de dónde provendrán?
Ya trascendimos la época del Grupo San Ángel, de los intelectuales orgánicos. ¿Dónde están los universitarios, los académicos, las voces frescas de una sociedad civil que se niega a languidecer, a pesar de lo zafiedad de sus proclamados gobernantes? Estamos en el entreacto, el impasse, la imprudente espera que sólo nos lleva al pasado.
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@OrtegaGregorio