*¿Para qué necesitamos diputados, senadores, secretarios de Estado y presidente de México, si el pueblo bueno y sabio encuentra la manera de resolver, siempre, sus propios problemas? No necesitamos de especialistas que nos mangoneen
Gregorio Ortega Molina
Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los mexicanos, se entrampó -él solito- en el peor de los escenarios posibles. Incumplirá la mayoría de sus ofertas o promesas políticas, empobrecerá todavía más a los pobres, y el esbozo de proyecto ideológico que lanzó como lección de la pandemia, se queda detenido en el cubre bocas.
En esa su necesidad de siempre tener la razón, y apostar toda su soberbia al triunfo de su poder y su lógica, decidió reabrir la economía sin siquiera tener una red de contención para el caso de que reincida el pico de la pandemia a medio camino o, peor, al inicio de lo que es una necesidad y una exigencia del aborrecido modelito neoliberal, por encima del humanismo que asegura profesar: soy humanista, no feminista.
El contrasentido es de espanto, porque si se abren las industrias esenciales, y se concede razón a esa parte de la sociedad que está hasta la coronilla del encierro, para que salga a airearse y, no es remoto, también a contaminarse, pero se pospone el regreso de los muchachos a las aulas, ¿quiénes creen ustedes que pudieran llevar el contagio a sus casas? Esas madres y padres de familia que salen a buscarse la chuleta, porque sólo el personal del sector salud tiene asilo donde refugiarse para no llevar el daño a sus familiares.
Los especialistas de todas las naciones insisten en que durante el próximo invierno es posible que el Covid-19 regrese, y quizá con mayor fuerza de contagio y distintos moditos de destrucción, pues se ha constatado que no nada más ataca el sistema respiratorio, sino que destruye todos los órganos del cuerpo e inicia por cualquiera de ellos. ¿A saber?
En cuanto a la oferta de vacunas y cooperación internacional, creo que queda mucho por decirse y confirmarse, pues lo que ahora escuchamos es una guerra de declaraciones de mandatarios de diversos países, que sostienen que muy pronto tendrán la vacuna, o al menos la cura.
Me pregunto si en caso de un golpe contrario a los pronósticos y los deseos de todos los mexicanos, la naturaleza reacciona, se ensaña y mata, AMLO tendrá la humildad necesaria para reconocer su error, y nos saldrá con su cantaleta de que este pavoroso virus ha sido inoculado a la naturaleza por los reaccionarios, neoliberales, fifís y demás opositores a sus sanas políticas públicas.
En secuencia lógica a sus ideas y palabras mañaneras, el señor don AMLO debiera aprender de esas mujeres que como amas de casa y con remedios hogareños, alivian y preservan la salud de los seres queridos, por lo cual, ¿para qué necesitamos especialistas, si esas señoras pueden resolver lo que ellos no?
Y si en estas andamos, lectores, ¿para qué necesitamos diputados, senadores, secretarios de Estado y presidente de México, si el pueblo bueno y sabio encuentra la manera de resolver, siempre, sus propios problemas? No necesitamos de especialistas que nos mangoneen.
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@OrtegaGregorio