* Debe propiciar que las actitudes negativas y el mal humor de Donald Trump resalten; motivarlo para que vea en ella a esas féminas que el señor Trump acostumbró a tratar durante su desempeño profesional en la promoción de concursos de belleza, y en esa pulsión de comprar la satisfacción física y psíquica que le da maltratarlas, como lo hizo con Stormy Daniels. Y debe estar alerta, porque su campaña política no será un paseo triunfal, sino un sendero espinoso sembrado de trampas por su opositor
Gregorio Ortega Molina
Hay un desbordado entusiasmo mediático por Kamala Harris y su participación en la contienda electoral de Estados Unidos. Antes es prudente señalar dos aciertos de Biden: dar un paso atrás y proponer a su vicepresidenta.
Lo que más se menciona describe el espíritu de esa nación: la enorme cantidad de fondos reunidos en pocas horas. Continúan creyendo que el dinero lo resuelve todo, por ello advierten en el reverso del billete de veinte dólares y en mayúsculas compactas IN GOD WE TRUST.
Hay que retomar esa idea de María Félix, en la que advierte que el dinero no es todo, pero cómo ayuda. Y así es, la fortuna de Donald Trump contribuyó a conseguirle su anterior desempeño en el salón Oval de la Casa Blanca, y hoy le permite pagar despachos de abogados para conseguir esa inmunidad otorgada a él por la Corte Suprema, impugnar la decisión de indemnizar a Stormy Daniels, y esconder su verdadero carácter: es un depredador político, social y económico. Por algo se llevó documentos secretos a su residencia de Mar a Lago.
El dilema para la candidata del partido Demócrata consiste en no ceder a la tentación de servirse de las mismas armas y estrategias del candidato Republicano, porque entonces veríamos lo peor de Estados Unidos y estaríamos ante una campaña sucia y, posiblemente, cruenta. No se requiere de armas para que corra la sangre, los accidentes existen y también se propician.
Kamala Harris demostró su inteligencia al vivir sin brillar y a la sombra de Biden. Fue lo suficientemente hábil para subrayar el mando del ocupante del salón Oval. Creció como una planta de sombra que ahora debe demostrar que puede y debe vivir a la luz, sin deslumbrarse por la posibilidad de éxito, el oficio del poder y el apoyo demostrado por los barones demócratas y los dueños del dinero.
Debe propiciar que las actitudes negativas y el mal humor de Donald Trump resalten; motivarlo para que vea en ella a esas féminas que el señor Trump acostumbró a tratar durante su desempeño profesional en la promoción de concursos de belleza, y en esa pulsión de comprar la satisfacción física y psíquica que le da maltratarlas, como lo hizo con Stormy Daniels.
Y debe estar alerta, porque su campaña política no será un paseo triunfal, sino un sendero espinoso sembrado de trampas por su opositor.
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