* Los políticos del mundo se equivocan si basan sus decisiones en la olvidada certeza de que el futuro de los gobiernos está sustentado en el poder, cuando la verdad, y quizá desde siempre, su piedra fundacional es el tener: Donald Trump compró su inmunidad, no la obtuvo por la habilidad de sus abogados. Andrés Manuel López Obrador adquirió su impunidad electoral porque compró conciencias, no porque convenció
Gregorio Ortega Molina
Empresarios y políticos no son quienes determinan el destino del dinero, sino a la inversa, la moneda, su valor, los coloca donde sus fortunas e inversiones consideran que deben estar sus administradores, porque sólo son eso, lo administran, lo cuidan, no lo poseen, ocurre exactamente lo contrario, el oro determina sus conductas y conciencias.
Todo lo que se especula sobre la decisión de Elon Musk de posponer, pausar o detener su inversión en México, parte de consideraciones falsas, y la primera consiste en pensar que el empresario y dueño de Tesla decide por él mismo lo que ha de hacerse con su fortuna.
Así sucedió cuando los seres humanos tuvieron el destino del mundo, de la civilización, de la cultura en sus manos. Cuando el riesgo de guerras, revoluciones o la simple inseguridad social y política determinaba los cursos de los gobiernos, los audaces pudieron hacer fortunas, fincarlas sobre la muerte de los otros, los que nunca serían como ellos.
Actualmente hay dos ingredientes adicionales. El narcotráfico y las migraciones determinarán el curso de la historia, por la cantidad ingente de recursos financieros que mueven a través de las fronteras y las conciencias. No hay humanismo moral mexicano (AMLO dixit) que resista la avidez despertada por las necesidades básicas insatisfechas, como el hambre y la inseguridad, física y jurídica.
Elon Musk determina sus consideraciones de inversión por razones humanas y no financieras, por temores políticos y jurídicos muy lejos de la certeza que confiere la presencia de la riqueza, con la creación de empleos, a pesar de la destrucción paulatina, pero incesante, del medio ambiente, y por encima de consideraciones religiosas y civilizatorias. La moral y la ética adquirieron la consistencia de las monedas, el brillo del oro y los diamantes, la fuerza y el poder que imponen a quiénes han de padecer hambre y enfermedad, pero no a los que pueden vivir en la medianía y en la opulencia.
Los políticos del mundo se equivocan si basan sus decisiones en la olvidada certeza de que el futuro de los gobiernos está sustentado en el poder, cuando la verdad, y quizá desde siempre, su piedra fundacional es el tener: Donald Trump compró su inmunidad, no la obtuvo por la habilidad de sus abogados. Andrés Manuel López Obrador adquirió su impunidad electoral porque compró conciencias, no porque convenció.
Todo lo anterior fue olvidado por Elon Musk al tomar su decisión sobre Tesla en Nuevo León, México.
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