* Cuando los hechos indiscutibles llaman a la puerta desde las cifras del estancamiento económico. Ni los enanos crecen
Gregorio Ortega Molina
Cuando los índices de precios y cotizaciones de las Bolsas caen, la economía se contrae, el desempleo decrece y ya no hay otros datos de los cuales disponer, el futuro deja de ser percepción para convertirse en claro anuncio de lo que se avecina.
Ahora es cuando seremos testigos de la capacidad de maniobra política, del conocimiento de la economía y del estado de ánimo de los inversionistas y los depredadores de acciones e inversiones en valores, además de la imaginación para que los niveles de aprobación y la confianza no se conviertan en agua de borrajas. Es momento de que la 4T saque la casta, tire a la basura las máscaras, y sus dirigentes adquieran niveles de estadistas, porque de servir al Estado y no al gobierno se trata.
Supongo que el proyecto es la nación, y que para ello habrán de recuperar el concepto de patria, la idea de pertenencia, con el propósito de que el país que tanto ha costado construir, pese a mutilaciones territoriales, descalabros económicos, infiltraciones ideológicas que ya lograron preterir la herencia cultural y política de la Revolución, para sustituir todo por el neoliberalismo y la globalización al servicio de Estados Unidos y los barones de la delincuencia organizada, que ya mangonean en amplios territorios de la república.
La unidad nacional debe dejar de ser una entelequia para, ahora sí, convocar a la reconstrucción de México, y así, en un abrazo de fifís y chairos, olvidar los agravios atizados para confrontar, dividir, porque así sirven intereses ajenos a los mexicanos. El domingo debió haber propiciado el abrazo y el olvido.
Sobre la economía está la manera en que distorsionan la imagen de la procuración y administración de justicia; en ambas la presunción de inocencia se deja de lado, para atender intereses personales y a un proyecto político, porque, debe dejarse claro, como órganos administrativos tanto las fiscalías como los poderes judiciales federal y estatales, son instituciones públicas creadas con fines políticos, para servir al Estado.
Servirlo dista mucho de servirse a uno mismo, a un proyecto político partidista o a un gobierno. Hay matices, distancias, diferencias. Imposible permitir que se les confunda, porque entonces la democracia escora a la autocracia, y México puede convertirse, otra vez, en el país de un solo hombre, como lo calificó Enrique González Pedrero.
Hemos de evocar el pensamiento de Montaigne, para recordar que “en las épocas en las que los nobles valores de la vida, todo lo que da sentido a nuestra existencia, la legitima y la hace más pura y bella, nuestra paz, nuestra independencia, nuestro derecho innato, todo esto es víctima de la locura de una docena de fanáticos y de ideologías…”.
Si la crisis económica de 2008 contribuyó a profundizar el neoliberalismo, dudo mucho que la que se avecina siga el mismo sendero. Hay malestar lo mismo en Hong Kong que en Filadelfia, o en Londres, o Moscú, o Pekín o Tel Aviv. Habrán de modificarse los proyectos de robotización, para disminuir ese ocio que crea revoluciones.
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@OrtegaGregorio