* Durante todos y cada uno de sus soliloquios matutinos, el presidente está a punto de descarrilar, pero conoce las tablas del espectáculo político; si carece de guion, administra hábilmente su historia personal y el lenguaje con el que la construye. Puede tener un comportamiento majadero, una actitud lépera, pero no lo veo ni lo escucho dispuesto al insulto
Gregorio Ortega Molina
Claro que un presidente de la República no puede darse el lujo de los juegos de palabras ni las ambigüedades, debe ser preciso, como también se espera que lo sea el propietario y máximo directivo de un conglomerado como Carlos Slim o Jorge Larrea. Igualmente estamos atentos a las declaraciones de los líderes sociales, como Guillermo Arriaga o Elena Poniatowska o Irene Vallejo o Fernanda Melchor. Impensable que se equivoquen, pero sucede.
Tengo presente este episodio de la vida política nacional que Ricardo Garibay compartió con los comensales de Enrique Mendoza, durante uno de los desayunos del lunes.
Gustavo Díaz Ordaz necesitaba un testigo, y por ello ocultó en su despacho al escritor Garibay, para que, en su momento, diese testimonio, oral o escrito, del tono y tema del desarrollo del acuerdo de Agustín Yáñez, secretario de la Educación Pública, con su patrón, el dueño de los destinos nacionales.
Al aproximarse el final del acuerdo presidencial, el puntilloso autor de Al filo del agua solicitó la anuencia del presidente de México para tratarle un último asunto. Es preciso subrayar que el 2 de octubre de 1968 recién quedaba atrás.
- ¿Cuál es ese asunto, señor secretario?, inquirió el jefe.
- Deseo presentarle mi renuncia, señor presidente.
- ¿Quién cree usted que es? A mi ningún hijo de la chingada me renuncia, respondió un colérico Díaz Ordaz, se puso de pie, dio por concluido el acuerdo y lo corrió de su despacho.
Lo que he escuchado y leído las últimas semanas, me permite deducir que nuestro actual presidente de la República es de carácter difícil, y lo mismo da un palmetazo a Olga Sánchez Cordero que a cualquier otro encargado de alguno de los despachos que conforman el Poder Ejecutivo.
Pienso que el horno no está para bollos, que es momento de ser irascible porque el proyecto, si lo hubo, se desdibujó, y ni Leonardo Da Vinci puede corregir lo manchado por la realidad, razón de más para salirse fácilmente de sus casillas.
Durante todos y cada uno de sus soliloquios matutinos, el presidente está a punto de descarrilar, pero conoce las tablas del espectáculo político, y si carece de guion, hábilmente administra su historia personal y el lenguaje con el que la construye. Puede tener un comportamiento majadero, una actitud lépera, pero no lo veo ni lo escucho dispuesto al insulto, al ajuste de cuentas desde una posición de poder, porque de estar dispuesto a ello, ya habría concluido la travesía del desierto en la que está Rosario Robles. Se la alarga, porque así él disfruta.
Es posible que se comporte de manera atrabiliaria, pero no lo veo desahogándose desde el insulto, el uso inadecuado de las conocidas malas palabras, porque debe estar cansado de haberlas escuchado desde el momento en que dio sus primeros pasos en la calle, y decidió iniciarse en la lucha por el poder.
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Aseguran que este año México recupera el paso y peso económico y crece, al menos, un 4 por ciento, pero por otro lado nos enteramos del “récord de exportaciones de cerdo con alza de 34.5%, aunque bajan las importaciones de res en 6.9%, cerdo 8.8% y principalmente pollo con 23%. BOVINO: Se recuperan las exportaciones de carne de res, pero siguen siendo menores en 14.4% y el valor decrece en 1.6%. Bajan las exportaciones a Estados Unidos y el mercado Asia Pacífico, a donde se destina el 88.2% y 9.2%, respectivamente. Descienden las exportaciones de becerros en 5.6% al sumar 201 mil cabezas. El precio es menor 3.9% y el valor comercial baja en 9.2%”.
Resisten los mexicanos, porque son solidarios. Debemos señalar que “en mayo de 2020, el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) echó a andar el programa Alimentos para México, como una respuesta inmediata y efectiva para enfrentar la crisis de suministro de alimentos que trajo la pandemia de COVID-19 al país. A cuarenta y cuatro semanas del arranque de esta iniciativa, se han donado 20 mil 607 toneladas de alimentos con un valor de 664 millones 933 mil pesos, en beneficio de 19 millones 513 mil personas”.
A pesar del empeño informativo y del cuento de que vamos de poquísima, la neta indica que “la actividad económica en México registró una caída durante febrero del 2021, debido al incremento en los contagios por COVID-19, problemas en el suministro de gas por la tormenta invernal que azotó en Texas y norte de México, según se observa en el nuevo Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE), publicado este jueves. De acuerdo con el IOAE, se estima una variación anual del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) durante el segundo mes del año un descenso de 4 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior”.
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