* El desorden legal, constitucional y moral que hoy padecemos, se incuba y fortalece en esos institutos políticos; MORENA lo transforma en el monstruo que hoy es, y nos pone frente al México de un solo hombre. Estamos en una dictadura de facto
Gregorio Ortega Molina
Cualquier propuesta partidista desde la oposición está destinada al fracaso ante la bien organizada estrategia mediática de AMLO -ojo, no es proyecto político para sustituir al de la Revolución-, que todo lo abarca, a todos desacredita y se ha convertido en el rey del soplamocos a diestra y siniestra. Conoce el verdadero valor de su palabra.
Si hay mucho de rescatable en la historia del PRI, como la creación de instituciones, la revaloración de la vida sindical, el gobierno del bienestar y, es preciso subrayarlo, la democratización electoral, que le fue arrancada a fuerza de razones por la, en ese entonces, oposición inteligente. El Frente Democrático Nacional, de vida breve durante 1987-1988, cumplió su cometido y alumbró al PRD, hoy convertido en sobras de lo que fue.
Los abusos legales, fiscales y constitucionales, las colusiones con los delincuentes y los narcos que todo lo corrompieron, lastran lo que fue una trayectoria con el milagro mexicano en su haber.
Los integrantes de Acción Nacional destrozaron en dos sexenios lo que fue el proyecto moral de Manuel Gómez Morín. Lo único emblemático heredado por los gobiernos panistas es el INAI, hoy bajo ataque porque sí, en efecto, fue un verdadero avance en la administración de los recursos fiscales. Si se sabe preguntar, puede y debe saberse origen y destino de los gastos administrativos del gobierno federal y de los gobiernos locales.
Con las cabezas degolladas en la pista de una discoteca en Uruapan, Michoacán, se alcanza el pretexto y el compromiso de iniciar la sangrienta guerra al narco que, en lugar de ser administrado y orientado para la reinversión del dinero negro, se transforma en objeto de codicia por parte de todos aquellos que creyeron tener una parcelita de poder.
Es posible, aunque improbable, que quien iniciara el desorden por una desorbitada codicia, fuese Raúl Salinas de Gortari, a quien su hermano Carlos le toleraba todo, y digo todo. El sexenio 1988-1994 pudo ser un éxito de no ser precisamente por el hermano incómodo, el levantamiento del neo zapatismo y el reinicio de los crímenes políticos, y también porque pospuso una reforma laboral que se hizo muy tarde.
El desorden legal, constitucional y moral que hoy padecemos, se incuba y fortalece en esos institutos políticos; MORENA lo transforma en el monstruo que hoy es, y nos pone frente al México de un solo hombre. Estamos en una dictadura de facto.
Al concluir el texto me reencuentro con una observación de Stefan Zweig sobre Fouché: “Una y otra vez se verá en Fouché que puede actuar de forma espléndida en un momento de peligro. Si se le pone ante la más difícil de las situaciones, la resolverá con su clara energía, que actúa con audacia. Si se le da el nudo más enredado, lo deshará. Pero por grandioso que sea a la hora de agarrar… no entiende en absoluto el arte hermano, el arte por excelencia de todas las artes políticas: volver a soltar a tiempo. Allá donde mete la mano, no volverá a sacarla”.
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