* En cuanto a su “espontánea” empatía con AMLO, no es sino una pieza en la estrategia que Ricardo Benjamín Salinas Pliego y Jorge Mendoza diseñaron ante la posibilidad de que el ex propietario de “La Chingada” se haga con el poder presidencial
Gregorio Ortega Molina
Ahora resulta que el señor Moctezuma Barragán fue audaz e ingenioso como secretario de Gobernación, y el ingenuo gesto de AMLO al invitarlo a colaborar, se convierte en una manera de agradecerle el regalo de las cajas con documentos contables que probaron el uso ilegal de dinero desviado desde Tabasco a la campaña presidencial de Zedillo.
Las memorias flacas del periodismo y el análisis olvidan cómo funcionó el presidencialismo mexicano en su mejor momento, dónde y cómo se controlaba el dispendio del dinero político para obtener votos, repartirlos a manera de prebenda.
La entrega de dichos documentos sólo pudo obedecer a una instrucción del presidente constitucional en funciones, lo que significa que AMLO debe agradecer a Ernesto Zedillo Ponce de León los dos hechos que le permitieron catapultarse a las alturas desde la que se permite soñar con ser presidente de México. A saber: registrarlo como candidato a la Jefatura de Gobierno del entonces DF sin tener residencia legal en esta ciudad, y la entrega de esas cajas, sólo útiles para defenestrar a Esteban Moctezuma Barragán.
Evoquemos lo que fue cierto, no lo que ahora quieren vendernos como verdad. El inteligentísimo -pero boquiflojo- Porfirio Muñoz Ledo salió de su acuerdo con el secretario de Gobernación, y ni tardo ni perezoso declaró a la prensa: traigo la cabeza de Roberto Madrazo bajo el brazo.
Lo anterior significa que quien fungió como un breve e inane responsable de la seguridad interior y de lo que fue el control político, carecía de la más elemental de las virtudes que se exigen al secretario de Gobernación: no fue discreto. ¿Habrá aprendido a serlo?
Por otro lado, la entidad que fiscaliza el dinero administrado por la Secretaría de Finanzas del PRI durante la época de campaña es la Secretaría de Hacienda. Allí se revisa cómo y a quiénes se entregó lo blanco y lo negro que garantizaron los votos durante la contienda política que no pudo concluir Luis Donaldo Colosio.
Estaban Moctezuma Barragán, que a estas alturas debió aprender algo de humildad, en las fotos recientes dejó de aparecer con la ceja levantada, con la mirada inquisitiva, porque a fin de cuentas comprendió que su formación católica la impide esa flexibilidad de conciencia requerida para ser responsable de la seguridad interna, y ordenar hacer lo que ha de hacerse para garantizar la paz de los mexicanos. Reprimir, en caso de requerirse, no es lo suyo.
En cuanto a su “espontánea” empatía con AMLO, no es sino una pieza en la estrategia que Ricardo Benjamín Salinas Pliego y Jorge Mendoza diseñaron, ante la posibilidad de que el ex propietario de “La Chingada” se haga con el poder presidencial, tal como en su momento lo hicieron para acercarse a Vicente Fox a través de Martha Sahagún. Estaban ciertos de que el PRI perdería la Presidencia de la República, pero conservaría buena parte del poder, como se vio.
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