* La globalización implica ceder soberanía, en todos los ámbitos, y a eso se han plegado nuestros gobernantes desde 1993, cuando se estamparon las firmas del TLC, hasta lo que haya sucedido ayer, con los aranceles, los migrantes y el T-MEC en suspenso
Gregorio Ortega Molina
El modelo económico de desarrollo es la globalización, instalada incluso en China y Rusia. Imposible sustraerse a sus acciones y compromisos sin consecuencias graves. Las derrotas económicas crean más bajas que las bélicas. Alemania lo padeció como resultado del Tratado de Versalles, el resultado fue el nacional socialismo, los campos de concentración, el horror con la mano alzada para saludar al tío Adolfo y sus decisiones.
No recuerdo con exactitud en qué momento de mi estancia como jefe de información del Consejo de la Judicatura Federal, se debatió sobre la constitucionalidad, o no, de los acuerdos internacionales a los que México se había adherido, y, como derivación, a los que se sumaría desde entonces. La deducción fue simple: no observar un convenio, un acuerdo bilateral o multilateral, rompe la norma constitucional. Así de simple lo consideraron, después de largos y sinuosos debates, en el Poder Judicial de la Federación.
Lo anterior viene a cuento por lo que ocurre con los incumplimientos de la Reforma Energética y en el trato a los migrantes que invaden México por todos lados. Sin clasificación y sin concierto. Los habrá con característica de refugiados, otros llanamente ilegales, los más en tránsito en busca de su quimera: llegar a vivir la vida en Estados Unidos, y porque no saben lo que allá les espera.
En la inquina de los WASP’S los latinos desplazaron hace mucho a los negros, hoy juiciosamente identificados como afroamericanos, por aquello de lo políticamente correcto.
Leo, en alguna de las diversas y abundantes columnas políticas de El Universal, del desencanto de la embajadora Anne Grillo, representante de Francia en México, por el incumplimiento de los convenios internacionales firmados por el gobierno de México y la industria farmacéutica gala, para surtir a nuestro sistema de salud de medicamentos, y la molestia por la presencia de representantes de la India en las nuevas y regeneradas licitaciones.
De ahí que se apresuraran a “renegociar” los empréstitos de la banca internacional con Pemex, por una cantidad de ocho mil millones de dólares, para reordenar las condiciones de pago, entre ellas el alargamiento de los plazos. No se trató de obtener dinero fresco, sino simplemente de posponer el pago para asegurar puntos favorables con las calificadoras.
La globalización, entiéndanlo, implica cesión de soberanía, en todos los ámbitos, y a eso se han plegado nuestros gobernantes, desde 1993, cuando se estamparon las firmas del TLC, hasta lo que haya sucedido ayer, con los aranceles, los migrantes y el T-MEC en suspenso.
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