* Lo verificable es que la doctora Sheinbaum Pardo hereda un proyecto político hibrido, sin conceptos claros para su inicio ni continuidad, porque nadie es capaz de explicar qué pregona y qué es la 4T, la amorfa propuesta del humanismo moral mexicano, en medio de tanta violencia, tanta muerte propiciada por las políticas públicas
Gregorio Ortega Molina
La doctora Sheinbaum Pardo nada hereda del proyecto de nación, conceptuado en 1821, reafirmado con Los Sentimientos de la Nación, reformado en 1847, asentado ideológicamente con las Leyes de Reforma y la Constitución de 1917, para que nada sobreviva, porque todo fue traicionado y desestructurado.
Hubo fulgores, se conceptuaron leyes, nos dieron instituciones y se avanzó en esa necesaria educación política -lenta y elusiva, porque no gustó nunca a los gobernantes- que promovió y creó el IFE, lo ciudadanizó, y luego devino INE, con todo en contra en cuanto la 4T se sirvió de la Ley Electoral y de sus imperfectas instituciones para hacerse con el poder, para una vez dueños de la silla del águila destruir lo que les recuerda su mandato constitucional.
Quizá el mantra de AMLO debió ser: la ley y la Constitución son útiles cuando me sirven para quedarme con el poder. ¿De qué manera podemos proceder los auténticos integrantes del México bueno y sabio, para esforzarnos en recuperar el camino perdido y sustituir la podrida alternancia por una auténtica transición democrática, ajena al presidencialismo imperial, bolivariano, dictatorial?
También el jueves último reprodujo La Jornada las palabras de la doctora Sheinbaum Pardo que pueden contribuir a indicarnos por donde nos llevará: “Que nuestras raíces y nuestro destino están en la fraternidad, en el humanismo, en ser tratados siempre como iguales, un México soberano, libre, independiente. Quedó claro el 2 de junio, como lo dice la Constitución, desde los Sentimientos de la Nación, que la soberanía reside esencial y originalmente en el pueblo y que por eso el mandato no alejarse y que esa soberanía está siempre por encima de grupos o individuos por más poderosos que parezcan.
“Hay un mandato popular: justicia en el sentido amplio de la palabra significa justicia social, ambiental, para las mujeres, para todas las personas y también justicia igual para el pobre que para el rico. Es decir, el pueblo de México también decidió mayoritariamente un verdadero sistema de justicia, que sea igual para todas y todos los mexicanos”.
Es necesario evocar los textos periodísticos de Albert Camus publicados en Combat durante la inmediata liberación y posguerra. ¿Puede lograrse la reconciliación nacional después de tanto odio, tanta denuncia, violencia y traición? Lo grave para este tiempo mexicano, es que lo anterior desciende todas las mañaneras desde la tribuna presidencial. ¿Qué hacer cuando la confrontación es atizada y promovida desde el Poder Ejecutivo? Todo nos hace suponer que una vez pasado el próximo 1° de octubre, continuará.
En enero de 1947 en su texto Democracia y Modestia anotó Camus: “Posiblemente no exista un buen régimen político, pero la democracia es, con seguridad, el menos malo. La democracia no se separa de la noción de partido, pero la noción de partido funciona muy bien sin la democracia. Esto sucede cuando un partido o un grupo de hombres se imagina poseer la verdad absoluta. Es por eso que la Asamblea y los diputados tienen necesidad, hoy, de una cura de modestia”.
Lo verificable es que la doctora Sheinbaum Pardo hereda un proyecto político hibrido, sin conceptos claros para su inicio ni continuidad, porque nadie es capaz de explicar qué pregona y qué es la 4T, la amorfa propuesta del humanismo moral mexicano, en medio de tanta violencia, tanta muerte propiciada por las políticas públicas.
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