* Aquí sufrimos por el maíz transgénico, mientras en China crean seres humanos sobre diseño. ¿Por qué del sexo femenino? ¿Las modificaron para hacerlas más bellas, o superiormente inteligentes, casi con la sabiduría bíblica, o a prueba de enfermedades, como para aspirar a la vida eterna?
Gregorio Ortega Molina
Nos azoramos con la noticia de la clonación de la oveja Dolly, ocurrida durante 1996. Fue en febrero del 97 que decidieron anunciarlo. Desde entonces nada sabemos de órganos clonados para trasplantes, como tampoco de que decidieran “replicar” seres humanos en su totalidad. En esa ocasión lo primero que se me vino a la memoria fue la película Boys from Brasil. Los esfuerzos de Josef Mengele para recuperar a Adolfo Hitler en todo su “esplendor”.
Ahora fueron más allá. De la clonación transitaron a la creación (¿en probeta?) de seres humanos genéticamente modificados. En nota de El País del último ocho de marzo, nos ilustran con un cabezal de escalofrío: Alto secreto sobre la salud de los bebés genéticamente modificados. En tres breves textos de apoyo, dan cuenta de la gravedad del suceso.
La comunidad científica arremete contra China ante la falta de información sobre la situación de las tres niñas “editadas” con CRISPR por He Jiankui.
“No se sabe si siguen vivas y sanas”, protesta una socióloga.
Los investigadores publicarán un comunicado sobre los riesgos del caso.
Mientras acá nos desgarramos las vestiduras por el consumo, o no, del maíz transgénico por humanos, pero aceptable para alimentar a los animales con los que luego nos atragantaremos. El argumento es la defensa del maíz en sus variedades autóctonas, lo que bien podría solucionarse al crear un mercado similar al de los alimentos orgánicos.
Pues sí, aquí sufrimos por el maíz transgénico, mientras en China crean seres humanos sobre diseño. ¿Por qué del sexo femenino? ¿Las modificaron para hacerlas más bellas, o superiormente inteligentes, casi con la sabiduría bíblica, o a prueba de enfermedades, como para aspirar a la vida eterna? Dejo las preguntas sin respuesta debido a que al formularlas recuerdo la escena de la tentación narrada en el Génesis. La serpiente promete: seréis como dios. ¿Es cierto?
Fue en 2018 que el científico He Jiankui dio a conocer el hecho durante un foro celebrado en Londres. Más allá nada se sabe, y las preguntas originalmente formuladas por la comunidad científica continúan sin respuesta: ¿Cómo pudo ocurrir algo así sin que las autoridades chinas lo supiesen? ¿Cómo están las tres niñas que nacieron producto de aquel experimento?
En el asunto hay un dilema ético para la ciencia y moral para el ser humano. Ya fueron más allá de la clonación, ¿qué sucede con la modificación genética de los sentimientos que anidan entre la razón y el corazón?
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@OrtegaGregorio