* Es posible que muy pronto constatemos que Norma Piña pasará a la historia como el último baluarte de lo que hasta la llegada de la 4T sobrevivió del proyecto de nación, del concepto de patria
Gregorio Ortega Molina
Era obvia la respuesta del titular del Ejecutivo a lo ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia: es el miedo a las mujeres y el pavor a la inteligencia, lo que dista mucho de significar que el presidente sea lerdo, es más “vivo” que inteligente, tanto que cuidadosamente armó el control sobre el INE y el TEPJF, y sabe que le urge anular al tribunal constitucional.
Norma Piña convoca al diálogo a sus pares -¿no vivimos en un entramado constitucional con TRES PODERES para evitar abusos, garantizar representación y dar seguridad jurídica?- y éstos la batean a las ligas inferiores, la humillan, la obligan a descender porque no quieren ver o se niegan a aceptar lo que ella representa para todos los mexicanos, sin excepciones.
Debemos -los que vivimos ajenos al poder- abrir bien los ojos, porque pronto quienes consideran que la reforma al Poder Judicial es una cortina de humo para encubrir la sobrerrepresentación legislativa, se percatarán que el éxito del plan “C”, con c de Claudia, exige anular toda posibilidad de controversia constitucional, lo que únicamente obtendrán al desaparecer la autonomía e independencia de la SCJN.
La oposición política, por disminuida y desacreditada que esté, recurrirá a la SCJN como respuesta a las reformas constitucionales votadas, y -al menos- con certeza no se aplicarán de inmediato, aunque el peso real del Poder Ejecutivo termine por imponer su capricho, nunca su razón.
Quienes alientan o cultivan el supuesto de que con el cambio de gobierno se suavizarán los términos de actividad política y se garantizará la seguridad jurídica, deben percatarse que nos han tomado el pelo con la verdad y un juego de palabras, el plan “C” es CLAUDIA, no hubo otra razón para convertirla en sucesora de un proyecto transexenal.
Debemos aceptar que nos jugaron el dedo en la boca, lo que es lógico, pues la política, como el espectáculo de David Copperfield, es el arte del engaño, a veces tan torpe, como el de Beto el Boticario, y otras tan sutil como lo hizo Houdini, hasta que murió en el intento.
Es posible que muy pronto constatemos que Norma Piña pasará a la historia como el último baluarte de lo que hasta la llegada de la 4T sobrevivió del proyecto de nación, del concepto de patria.
Debemos aplaudir la solicitud del todavía presidente de México y la supeditada a ser declarada presidenta electa, Sheinbaum Pardo. Norma Piña debe decir de qué habló con “Alito”, aunque en el Poder Ejecutivo ya lo saben, pues su quintacolumnista les despepitó todo.
Lo parejo es que tanto López Obrador como la abanderada del Plan “C” den a conocer cuál fue el arreglo con Carlos Slim para solventar los gastos por reparación de la Línea Dorada, y si efectivamente el dueño de Carso y del imaginario de millones de mexicanos, le entró con su cuerno.
O que AMLO nos diga, de una buena vez, qué contenían los portafolios que le daba directamente Manuel Camacho, o que transparente esas obras públicas declaradas de seguridad nacional, cuyos costos se fueron a las nubes.
Que nos aclare por qué olvido el no mentir, no robar y no traicionar. Lo parejo no es chipotudo.
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@OrtegaGregorio