* Lo que ha ocurrido me da una idea de la dimensión que cree tener Donald Trump, lo que lo convierte en un hombre de poder border line, más proclive a impulsar la catástrofe que la armonía, porque -me parece- es de esos que cree que la fuerza política, la capacidad de mandar, se demuestra más y mejor en el caos
Gregorio Ortega Molina
Tomar decisiones políticas sobre situaciones históricas determinadas por la fe y cruzadas en todos sentidos por referencias bíblicas, es riesgo desproporcionado, con consecuencias inesperadas.
El templo de Salomón ni siquiera es reminiscencia, quedó sustituido por El Muro de los Lamentos; la modernidad convirtió la sacrosanta Arca de la Alianza en una aventura fílmica de Indiana Jones: el poder de la divinidad parece ocultarse a los humanos, porque nadie cree en él a pesar de manifestarse cotidianamente. El día a día es un milagro.
La tierra prometida, Canaán, los filisteos, la nube de humo y la columna de fuego dejaron de asombrar, y aunque los humanos fallezcan de hambre, si les cayera el maná sobre las manos, no se lo creerían.
Es en este mundo de insolentes que Donald Trump decide trasladar la embajada de EEUU en Israel a Jerusalén, con la idea de subrayar que esa ciudad retoma su papel bíblico e histórico, cuando en los hechos sólo sobreviven las teocracias musulmanas, porque la diáspora de los judíos no concluye, ni los serafines tocan las trompetas para unirlos a todos en la ciudad santa, e iniciar la cuenta regresiva al inicio del fin de los tiempos.
En medio de este disparate trumpiano, el presidente Enrique Peña Nieto tomó la sabía decisión de avisar a Israel que México conserva su sede diplomática en Tel Aviv, porque los acuerdos internacionales sobre Jerusalén permanecen vigentes.
Leo en el libro de La nueva era y el Día de Yahveh, del profeta Joel, una referencia puntual a la ciudad santa:
<<Porque he aquí que en aquellos días,
en el tiempo aquel,
cuando cambie la suerte de Judá y Jerusalén, congregaré a todas las naciones
y las haré bajar al Valle de Josafat:
allí entraré en juicio con ellas,
acerca de mi pueblo y mi heredad
Israel>>.
Lo que ha ocurrido me da una idea de la dimensión que cree tener Donald Trump, lo que lo convierte en un hombre de poder border line, más proclive a impulsar la catástrofe que la armonía, porque -me parece- es de esos que cree que la fuerza política, la capacidad de mandar, se demuestra más y mejor en el caos.
El caso es que esta decisión de Trump, más su confrontación verbal con Corea del Norte, su empeño en hacerse a un lado en el TLC, edificar el muro y quedarse como amo y señor del narco, abre las puertas al Kraken, y en cuanto salga al mundo, arrollará con todo lo que encuentre a su paso.
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