* Ese discurso pronunciado en Veracruz borra todo el empeño por mostrarse como una 4T de moral intachable y fortaleza a toda prueba; de entereza y templanza como para, ahora sí, sacar de su casa a Emilio Lozoya Austin y encerrarlo en chirona
Gregorio Ortega Molina
¿Tiene noción Andrés Manuel del número de muertos que carga para su contabilidad en el nicho de la historia que se ha preparado? Tanto descuido en el sector salud, demasiado abrazo y poco efectividad en seguridad, más secuestros y desaparecidos. Todo suma para la prueba de revocación de mandato como escala hacia su permanencia como huésped distinguido en Palacio Nacional, aunque lo impensable para él puede suceder: el desaire absoluto. Ignorarlo requiere mayor inteligencia que combatirlo.
Pero le vale. ¿Imposible hacernos de la vista gorda? Tenemos un presidente constitucional absolutamente irresponsable. Sus palabras avalan el aserto, según nota de El Financiero: “El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el sábado que habrá regreso a clases presenciales llueva, truene o relampaguee pese a la tercera ola de COVID-19 que aqueja al país y al recelo de algunos maestros.
“Vamos a reiniciar las clases, va a iniciar el nuevo ciclo escolar a finales de agosto. Llueva, truene o relampaguee no vamos a mantener cerradas las escuelas. Ya fue bastante, declaró el mandatario en un evento de programas sociales en Veracruz.
“México no tiene clases presenciales a nivel nacional desde marzo de 2020, lo que ha afectado a más de 30 millones de estudiantes en el país, que tiene la cuarta cifra más alta de muertes por COVID-19 en el mundo, con más de 238,000 decesos y casi 2.75 millones de casos”.
Hay un mandato constitucional que debe observarse. Imposible diferenciar la aplicación de la ley de la manera en que se administra justicia. ¿Podemos hacer de cuenta que la Virgen nos habla para no percibir lo aseverado durante las conferencias matutinas de Andrés Manuel? ¿Qué hacer con el escarnio de todos los días, el denuesto cotidiano, la descalificación sin pruebas, y el hecho de que nunca, jamás, haya transparentado los “otros datos”?
Desde el día en que Porfirio Muñoz Ledo puso la banda presidencial en sus manos, o quizá desde el mes de julio anterior, se mostró imperioso para que se acatara su voluntad como si fuese de origen divino, pero ahora exige de tal manera que su talante adquiere tinte dictatorial, consciente de su proceder elige las palabras para no endilgarnos un “a güevo” caprichoso. ¿Cuándo entramos a la etapa del se hace porque se hace, porque yo lo digo y así lo quiero?
Si la actitud “complotista” de los padres de los niños cancerosos lo esponja, ¿qué sucederá con aquellos cuyos hijos se contagien durante las clases presenciales? ¿Resistirá anímicamente otro desaire, o seguirá tan campante, como si nada hubiera sucedido, aunque el camino esté pavimentado de catafalcos de personas inocentes?
Ese discurso pronunciado en Veracruz borra todo el empeño por mostrarse como una 4T de moral intachable, fortaleza a toda prueba; entereza y templanza como para, ahora sí, sacar de su casa a Emilio Lozoya Austin y encerrarlo en chirona, porque el criterio de oportunidad resultó un fiasco, a no ser porque involucró a su familia.
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@OrtegaGregorio