* Han permitido que las agencias de seguridad estadounidenses pernocten en las recámaras de los mexicanos, porque nuestros gobernantes aspiran a hacer lo mismo, cuando así se los indiquen
Gregorio Ortega Molina
Hacer a un lado los antecedentes históricos equivale a auto infligirse daños irreparables, sobre todo cuando el pasado refiere directamente a la familia, o al grupo político del cual se procede.
Tarea ineludible para quien desde la cofradía Atlacomulco aspira al poder, es la lectura puntual de los discursos de Adolfo López Mateos, discípulo dilecto de Isidro Fabela, fundador del hermético club forjador de hombres de poder, que no de políticos, mucho menos de estadistas.
El papelón hecho por Luis Videgaray y México durante la reunión de la OEA celebrada en Cancún, Quintana Roo, el 19 y 20 de junio últimos nos dan la razón, porque de haberse dedicado a conocer la historia del presidente caballero, habrían tomado las decisiones adecuadas para crecer políticamente, y enaltecer la diplomacia mexicana.
En su IV Informe al Congreso de la Unión, el 1° de septiembre de 1962, el presidente López Mateos explicó:
… dado que la convocatoria fue aprobada por la mayoría de los miembros de la OEA y que se cumplieron los requisitos procesales necesarios para su validez, México concurrió a la Reunión, en donde, dentro de otras resoluciones, se acordaron medidas aplicables al actual Gobierno de Cuba en relación con el sistema interamericano.
La Delegación de México sostuvo que no existe contradicción entre la paz y la solidaridad continentales, con el principio de nuestra convivencia armónica, como son los de no intervención y autodeterminación de los pueblos; pero hubo de poner de manifiesto que la adhesión oficial y públicamente proclamada de un Estado americano, a los principios del marxismo-leninismo, es incompatible con la filosofía política en que se basa el sistema interamericano.
Esto no obstante, México se abstuvo de votar la exclusión del Gobierno de Cuba, porque, como lo hizo constar en el Acta Final de la Conferencia, “la exclusión de un Estado miembro no es jurídicamente posible sin la modificación previa de la Carta de la Organización de los Estados Americanos”.
También deberían haber leído lo referido al mismo caso, y expuesto en el 6° Informe al Congreso de la Unión. Allí, el presidente Adolfo López Mateos abunda y es más específico en lo que refiere al respeto de los modelos de gobierno que se dan las diversas naciones integrantes de la OEA.
Pero como ahora encuentran acerba la moda de la no intervención y autodeterminación de los pueblos, además de haber mandado a la basura la denominada Doctrina Estrada, pues hemos permitido que las agencias de seguridad estadounidenses pernocten en nuestras recámaras, porque seguramente nuestros gobernantes aspiran a proceder de idéntica manera, cuando así se los soliciten.
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