* Esta sociedad hoy solidariamente unida, pronto se verá desbordada por la demagogia de los políticos, que nada le concederán. Sí, insisto, somos más lo que dejamos de hacer, que lo que hacemos
Gregorio Ortega Molina
¿Será que las reflexiones sobre el ser del mexicano hechas por Emilio Uranga, Samuel Ramos, Jorge Portilla y Octavio Paz facilitan el que nos conozcamos y, además, corrijamos nuestro carácter y motivaciones?
Dado lo que hoy se cierne sobre el país, como consecuencia de la corrupción, de la impunidad y de los sismos, deduzco que en algunos aspectos pudieron haber errado uno o varios blancos, porque nuestra idiosincrasia refleja mayormente nuestro comportamiento y aspiraciones, por lo que dejamos de hacer, que por lo que hacemos.
La marcha del silencio de agosto del 68, un verdadero éxito de organización social y política, concluyó en la Plaza de las Tres Culturas, en la cooptación y el acomodamiento para escalar cargos públicos, salvo honrosas excepciones.
La sociedad adueñada de las calles y de la organización social a partir del 19 de septiembre de 1985, terminó derrotada en 1988, porque -escribió Martha Anaya- se calló el sistema. Carlos Salinas de Gortari puede conservar un gran poder, pero el saldo de las muertes de Juan Jesús Posadas Ocampo, Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu cae en su cuenta histórica. Fue una presidencia cruenta, que contribuyó a que se diera por aceptado que una alternancia corrupta era, en realidad, la transición tan anhelada. Vaya impostura.
A 17 años de corrupción fuera de toda clasificación, alentada por la impunidad y la violencia debida a la peor manera de combatir el narcotráfico, reaparece, otra vez, la unidad social como consecuencia de los sismos, pero que en realidad servirá para sepultar los errores del pasado reciente, junto con los éxitos que, durante breve tiempo, facilitó el ensueño de una Revolución triunfante, con un Estado de bienestar que hacía de la igualdad de oportunidades la posibilidad de la ilusión en una patria distinta a la de los caudillos y dictadores, diferente a la de la dictadura perfecta.
Caen las lecturas en mis manos como si fuese una coincidencia con hechos reveladores de lo que se anticipa: Frida Sofía, el mito genial; la posibilidad de que los escombros entierren la estafa maestra, el Ferrari de Raúl Cervantes Andrade, las muertes causadas por el socavón exprés, las cuentas irregulares de los contratos cedidos a Odebrecht, los feminicidios, los desaparecidos, las muertes violentas, y sobre este horrible pastel, la cereza de la impunidad.
Minutos antes del temblor, con La neblina del ayer en las manos, leí: “… la prisa, la guerra contra el pasado y, sobre todo, está esa gente ilusionada con un cambio, desbordada de júbilo, diría que hasta muy contenta con lo que confían recibir por su fervorosa credulidad, sin pensar que pronto les llegarán las exigencias terribles de la fe sin cuestionamientos que ahora profesan. Mi esperanza es que, como decía tu padre, en este país nada suele durar demasiado, somos definitivamente inconsistentes y lo que hoy parece un terremoto devastador, mañana se disolverá como un pintoresco desfile de carnaval”.
El personaje de Leonardo Padura describe a Cuba, pero puede también referirse a nosotros, pues esta sociedad hoy solidariamente unida, pronto se verá desbordada por la demagogia de los políticos, que nada le concederán. Sí, insisto, somos más lo que dejamos de hacer, que lo que hacemos.
EPN, Gamboa, Cervantes
En este país nadie renuncia. La salida de Raúl Cervantes Andrade de la PGR sólo es la puesta en escena de un juego de espejos; naturalmente el presidente de la República corre el riesgo de que alguno de esos espejos le resulte cóncavo o convexo, y el resultado refleje la verdadera, auténtica distorsión de nuestra realidad.
Equivocación de lenguajes y/o señales. El ex procurador dice que se va para no entorpecer más lo aplicación de una reforma legal, y se nombre de inmediato al fiscal general; el presidente de los mexicanos habló de posponer la decisión hasta tener en las manos el resultado electoral, quizá con un Congreso integrado a manera de tener garantizada la instrumentación política de su voluntad.
El señor Enrique Peña Nieto debió salir en ayuda de Emilio Gamboa Patrón, que vio mermada su capacidad de operador político, pues fue incapaz de enderezar la traición propinada a él por Ricardo Anaya, con quien se habían establecido los acuerdos necesarios para que Raúl Cervantes llegase a buen puerto.
Es necesario subrayar que Anaya traicionó, porque -así lo piensa el líder del PAN- a él lo traicionaron primero, en Coahuila. Cuando los acuerdos poselectorales se incumplen, también dejan de cumplirse las instrucciones impartidas por el Presidente de la República.
La apuesta, entonces, es de resultado incierto, condicionada a un carro completo del PRI, o al menos a un congreso con mayoría absoluta, lo que desapareció desde 1997.
Como colofón al significado preciso del poder presidencial sobre sus subordinados, narro lo que Ricardo Garibay nos contó en casa de Enrique Mendoza a Luis María Leal, María Luisa “La China” Mendoza, Gastón García Cantú, Federico Ortiz Quesada y al que esto escribe.
Gustavo Díaz Ordaz fue perverso. Conocedor absoluto del carácter de sus secretarios de despacho, supo con antelación que Agustín Yáñez deseaba renunciar. Lo dejó hacer y buscó testigo del hecho.
Me ocultó en su oficina de Palacio Nacional para que escuchara yo el acuerdo presidencial, que se sucedió sin contratiempos. Esto ocurrió entre la marcha del silencio y el 2 de octubre.
Concluido el acuerdo entre el secretario de Educación Pública y el señor presidente, Agustín Yáñez indicó su deseo de tratar otro asunto, a lo que Díaz Ordaz asintió.
Yánez sacó un pliego de su carpeta de acuerdos, e intentó presentar su renuncia, porque al saber de qué se trataba, un iracundo Díaz Ordaz espetó:
-Es usted un pendejo, un hijo de la chingada, al Presidente de la República nadie la renuncia.
Conque ahora sabemos que Raúl Cervantes mantiene una veladora encendida, y mientras se decide su suerte con la de la contienda electoral, podrá disfrutar de su Ferrari sin que lo molesten en su privacidad.
www.gregorioortega.blog