* Los valores de antes, los que dieron aliento a la ética y la moral, hoy carecen de sentido. Si no eres incluyente, estás socialmente muerto y políticamente marginado. Si eres fifí, te verás rechazado por el pueblo bueno y sabio; si clase media, te dejarás manipular por los enemigos de esta Cuarta Transformación
Gregorio Ortega Molina
Los que viven en el gozo irrefrenable de la concupiscencia del poder son fieles a ellos mismos. Cambian los apellidos y quizá las funciones dentro de la administración pública… los Limantour fueron sucedidos por los Scherer; los primeros dejaron de vivir en el centro de la ciudad, en esas casonas que fueron ocupadas y requisadas por los revolucionarios, los segundos perdieron la casona del Bazar de los Sábados, pero ahora son dueños de varias propiedades para garantizar su futuro económico, e incluso prevén su retiro en ciudades como Nueva York. Hoy no irán a París, con su guía el general Díaz.
El vocabulario, el que usaron hace ciento veinte años y el que hoy los distingue, también es hermético, reinventan términos, palabras, significados. Lo que de alguna manera daba identidad a los iniciados de la hacienda pública, capitaneados por José Ives Limantour, hoy es determinado por todas y cada una de las conferencias matutinas, para determinar línea, identificar adversarios, confundir a los enemigos y disfrazar la realidad. Se quedó atrás el ¡mátalos en caliente!, para ser sustituido por el escarnio, la burla, la falsa acusación de servir a intereses ajenos a los nacionales… y nunca caen en la cuenta de que las palabras y los falsos testimonios también matan. No denuncian falsas noticias, acusan a sus críticos.
Son tan sectarios como lo fueron los Científicos originales… pero los primeros fueron unos aspiracionistas legítimos y asentados en el conocimiento, mientras ahora los convocan en base a una supuesta autoridad moral que sustituya a la experiencia, aunque sean más codiciosos de lujos que los de apenas ayer.
Si Rodolfo Fierro falleció tragado por el agua debido al peso de los metales preciosos que llevaba con él, antes se percató de que nunca tendría el temple de Davir Berlanga, como se lo confió a Martín Luis Guzmán y éste narró en El águila y la serpiente. Tuvo tiempo de meditar en su muerte por fusilamiento el señor Berlanga, mientras el asesino Rodolfo Fierro se dedicaba a admirar la paz interior, la calma, la solicitud para que el capullo del puro no cayera al piso durante su detención, traslado y preparación para colocarlo ante el pelotón.
Los valores de antes, los que dieron aliento a la ética y la moral, hoy carecen de sentido. Si no eres incluyente, estás socialmente muerto y políticamente marginado. Si eres fifí, te verás rechazado por el pueblo bueno y sabio; si clase media, te dejarás manipular por los enemigos de esta transformación; si eres nini, ¿para qué trabajar o aspirar?, estás en los programas sociales que te garantizan irla pasando, sin sobresaltos, sólo uno en cada jornada electoral, para que no se vayan del gobierno los que te mantienen.
Los Científicos del porfiriato acudieron a La Esmeralda, los de hoy aprovechan sus viajes y la rapidez de Internet, para comprar en Place Vendome o en la Quinta Avenida. Son iguales, salvo las modas.
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Para completar el panorama, recupero y comparto con ustedes el cierre del texto de Fernando Savater, publicado en El País del último sábado: “Para descubrir cuándo una causa aparentemente irreprochable se ha puesto al servicio de lo inconfesable hay que atender a ciertas señales. La primera, el desdén por la Ley. Sólo las leyes protegen al ciudadano contra los falsos profetas… o los profetas auténticos, que son menos peligrosos. Otra señal es la hipertrofia de la mentira: los políticos siempre mienten algo, va en su oficio, todo el que dice <<nosotros>> miente, pero a veces las mentiras se hacen enormes y devoran las pequeñas verdades cotidianas. Resumen: como dijo Camus, <<en política son los medios los que justifican el fin>>.
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