* Los feminicidios son más siniestros que It, por constantes, repetitivos, y sin sanciones legales en demasiados casos, muchos más de lo que garantizaría un Estado de derecho
Gregorio Ortega Molina
No hace muchos años la lectura de las notas de violencia de género publicadas en El País me dejaba maltrecho, pero confiado en que todavía estábamos a años luz de las consecuencias del irracional machismo español.
Recuerdo con claridad y cierto regocijo la información que me mostró que en este mundo puede existir la justicia. Un juez español dejó en libertad, al evaluar los antecedentes y considerarlo como legítima defensa, a una mujer que dio abrupto final a las golpizas propinadas por el cónyuge, con el cuchillo cebollero.
Todavía vi el asunto de las muertas de Ciudad Juárez como un fenómeno especial, en el que cocinaron a Abdel Latif Sharif Sharif como un perfecto chivo expiatorio, aderezado con epazote, para darle sabor mexicano a ese asunto de la corrupción de justicia. Aquí la adoban de manera especial.
Resulta que ahora la violencia contra la mujer en México se ejerce con amplitud, en todos lados, en cualquier ámbito social, y con cierta garantía de impunidad. Ya ampararon a uno de los porkis jarochos. Y así se deshilvana el hilo de la aplicación de la ley.
Los feminicidios son más siniestros que It, por constantes, repetitivos, y sin sanciones legales en demasiados casos, muchos más de lo que garantizaría un Estado de derecho.
Por eso durante el 16 de septiembre último, en lugar de festejar la fundación de la patria, mexicanos de a pie de uno y otro sexo, estudiantes, activistas en organizaciones civiles y de derechos humanos, reclamaron por el asesinato de Mara Fernanda Castilla Miranda, una mujer joven, todavía puberta, que abordó un vehículo de Cabify, cuyo chofer fue acusado de cometer el crimen en Puebla; convocaron a una serie de protestas para los días domingo 17 y lunes 18 del mismo mes, efectuadas sin contratiempo.
Sin haber dado el Grito ni recordado la ceremonia, alejados del desfile militar y de las historias de poder, durante el 16 de septiembre la consternación y el dolor inundó a familiares y amigos que despidieron a Mara en la capital de Veracruz.
Tania Reneaum, directora ejecutiva de AI México, hace hincapié de que las mujeres aquí viven en peligro constante. Declaró que la violación y posterior asesinato de Mara Fernanda Castilla, es una muestra de que las mujeres están constantemente en riesgo, como parte de un clima de agresiones alimentado por la impunidad y en el que las propias víctimas son culpabilizadas por los ataques en su contra.
Durante las 72 horas que debieron dedicarse al fervor patrio, ocurrieron dos feminicidios con violación en Ciudad Juárez, allí donde empezó todo.
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