* El caso de la doctora Sheinbaum Pardo es especial, pues su lucha ideológica y política siempre estuvo acuerpada en sus estudios universitarios y en el ámbito de la preservación del medio ambiente. Hubiera podido identificarse como Greta Thunberg, pero en el fondo no quiso preservar la naturaleza, lo que siempre buscó fue el poder, aunque careció de la presencia de Haydée Santamaria
Gregorio Ortega Molina
Nuestros gobernantes -al menos durante los últimos cinco sexenios- cargan con pesado problema de identidad, no están satisfechos con su trayecto para llegar a la cúspide del poder, y mucho menos con los resultados de haberse desempeñado como titulares del Ejecutivo.
Los pertenecientes a Acción Nacional no encontraron la ruta para identificarse con los próceres de esa ideología. No los hubo, no los hay y desconocemos lo que nos depara el futuro en ese ámbito. Enrique Peña Nieto se identificó más con los ideales del canal de las estrellas, se dejó llevar de la mano de Angelica Rivera por la ruta para él trazada por quienes decidieron sentarlo en el trono del águila.
En el caso del fundador de MORENA y su discípula, puede decirse que traen la brújula torcida, porque de dientes para fueran juran y perjuran que desean ser como Leona Vicario, como Juárez, Madero, Cárdenas, pero nada hacen para emularlos, tanto en el discurso como en la acción.
Todo su ensueño, su actitud, su proyecto de vida determinado en la más íntima de sus intimidades, es suceder en el ideario de los libertarios de América Latina, a Fidel Castro, de ahí su relación con Cuba, sin detenerse a considerar que el país que Andrés Manuel gobernó -y pretende mangonear a trasmano- tiene tres mil kilómetros de frontera con el enemigo jurado de las ideologías de izquierda, con la némesis de Fidel Castro y el gobierno de la revolución que se instaló en el poder en 1959 y cuyos frutos son de todos conocidos, hasta por Leonardo Padura.
No importan sus anhelos ni la propaganda que difunde sus logros, la realidad está en las cartillas de racionamiento, en la necesidad de que el gobierno de México le regale petróleo, le imprima los libros de texto o le compre medicamentos caducos, o pague mejor a los médicos cubanos que a los nacionales. Los Castro, Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos o Arnaldo Córdoba hubieran podido aprender algo de José Alberto Mujica Cordano, pero no fueron coetáneos y estuvieron muy lejos durante sus luchas armadas por el poder.
El caso de la doctora Sheinbaum Pardo es especial, pues su lucha ideológica y política siempre estuvo acuerpada en sus estudios universitarios y en el ámbito de la preservación del medio ambiente. Hubiera podido identificarse como Greta Thunberg, pero en el fondo no quiso preservar la naturaleza, lo que siempre buscó fue el poder, aunque careció de la presencia de Haydée Santamaria.
Sus biógrafos la describen: “Haydee Santamaría, luchadora del Moncada, la clandestinidad, la Sierra Maestra y el exilio, fue una mujer apasionada e íntegra. Como fundadora y directora de la Casa de las Américas llevó adelante la enorme tarea de consolidar los vínculos culturales de Cuba con el resto de nuestro Continente. Su lealtad a la Revolución Cubana y al liderazgo de Fidel Castro no tuvo fisuras. Su fe en el triunfo de la justicia y su comprensión del papel de la cultura en la liberación del ser humano no decayeron jamás”.
Sólo se parecen en la lealtad a toda prueba.
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