* El Departamento de Estado trasladó la Isla de Ellis a San Ysidro y otros lugares de su frontera sur, mientras en nuestro territorio se da caza a los terroristas que atentan contra su seguridad interna, ¿a cambio de qué? Obvio, de nuestro petróleo
Gregorio Ortega Molina
¿Qué tienen en la mollera nuestros gobernantes, que desde hace muchos sexenios hacen guardias que no les corresponden ni fajinas que no les mandan, con el supuesto propósito de juntar cantidades inimaginables de dinero, para ellos y una descendencia que, desde ahora, no se los agradece?
El mandato constitucional que reciben los integrantes de los tres Poderes de la Unión es claro, puntual y preciso, ¿de dónde, entonces, la obsesión y necesidad urgente de hacer la tarea sucia a Estados Unidos de América?
En esa desorbitada necesidad política, implementada por Richard M. Nixon, de combatir el narcotráfico para controlar el dinero negro que produce, pero nunca para cuidar de la salud de sus gobernados, México pone los muertos a cambio de un puñado de dólares y de armamento usado y transporte aéreo para combatir la guerrilla, que los gobiernos centroamericanos se negaron a recibir por obsoleto y peligroso.
Desde el desmoronamiento de las Torres Gemelas las fajinas y guardias para el gobierno de México se multiplican, a cambio de muy poco o nada, porque además y después de mucho insistir en la implementación de una estrategia diseñada hace casi un siglo, recuperan el control sobre el petróleo y casi todos los recursos que producen más y más riqueza, pero para ellos.
Contener el terrorismo… y sin embargo, allá les estallan las bombas, los policías matan negros inocentes o desarmados y los militantes del Estado Islámico cumplen con sus objetivos: desquiciar a una nación a la que poco, o mucho, le falta para perder su lugar y cedérselo a China.
Barack Obama agradece al gobierno mexicano la política de contención de los migrantes centroamericanos, y los africanos y asiáticos que llegan con ellos a la frontera norte de nuestro país.
Por ello la Comisión Nacional de los Derechos Humanos solicitó al Instituto Nacional de Migración, a las autoridades del gobierno de Baja California y al presidente municipal de Tijuana, implementar medidas cautelares ante el aumento de migrantes nacionales y extranjeros que solicitan, por la garita internacional de San Ysidro, protección internacional de Estados Unidos.
Sugiere que se coordinen, durante el tiempo que se requiera, para proporcionar a los migrantes que se encuentran en situación de calle, alojamiento temporal, sobre todo a niños, adolescentes, mujeres embarazadas y adultos de la tercera edad.
La Comisión advierte que su personal ha documentado el incremento en el flujo migratorio. Algunos de origen mexicano, que dicen haber abandonado su lugar de residencia por circunstancias de violencia; los demás, extranjeros, conformados por familias y grupos en situación de vulnerabilidad.
Está bien, el Departamento de Estado trasladó la Isla de Ellis a San Ysidro y otros lugares de su frontera sur, mientras en nuestro territorio se da caza a los terroristas que atentan contra su seguridad interna, mínimamente a la nuestra (tenemos lo suficiente con el esperpento de la violencia producida por el narcotráfico, como ocurrió en Culiacán), ¿a cambio de qué? Obvio, de nuestro petróleo.