* Son lo suficientemente inteligentes, preparados y con cómplices a los más altos niveles, que se aseguran de no estar al frente de presidencias municipales, aduanas, puertos… pero son ellos quienes tienen las llaves de la puerta para garantizar que el orden y la administración pública fluyan, como si la vida continuara en la absoluta civilidad y respeto
Gregorio Ortega Molina
Hace mucho que el narcotráfico dejó de ser de matarifes, como el ejemplificado por Al Pacino en Cara Cortada. Los que andan por ahí de matones, son el último eslabón de la cadena alimenticia de ese lucrativo negocio.
Para gobiernos y sociedades en muchos aspectos se manifiesta como la diabetes. Te das cuenta que está dentro de tus instituciones de seguridad, de protección y administración de justicia, en los diversos órdenes de la administración pública -militarizada o no- cuando los ciudadanos se acomodaron y disfrutan de las migajas que caen de la mesa de los verdaderos barones de la droga.
Políticos y militares, comerciantes y propietarios de empresas, lo entienden hasta que se ven obligados a doblar la cerviz y satisfacer las exigencias que les imponen, porque de otra manera el tributo es la sangre propia o la de los seres queridos. Habría que revisitar en su totalidad la serie The Wire, porque a fin de cuentas y por razones distintas y a diferentes niveles, todos estamos “cableados” y todos somos hackeados. El narcotráfico es dueño absoluto de esa información que doblega a quienes se sentían protegidos e impolutos.
Me dicen que lo que sucede en Tamaulipas es para erizar el cabello de los más templados y puros. Por lo pronto, no pocas instituciones administrativas de los gobiernos municipal, estatal y federal, cumplen religiosamente con el pago de derecho de piso. Son lo suficientemente inteligentes, preparados y con cómplices a los más altos niveles, que se aseguran de no estar al frente de presidencias municipales, aduanas, puertos… pero son ellos quienes tienen las llaves de la puerta para garantizar que el orden y la administración pública fluyan, como si la vida continuara en la absoluta civilidad y respeto.
En entrevista para almomento.mx hace al menos diez años, Federico Reyes Heroles respondió que el narcotráfico no se combate, se administra, como lo han sido las diversas manifestaciones del crimen organizado. Lo terrible de lo que hoy padecemos es que nadie lo administra, porque muchos de los responsables de hacerlo cedieron ante el unto de la avaricia, la corrupción y ese ficticio poder que proporciona la sensación de estar a salvo.
Hoy, en Tamaulipas al menos, si no todos sí casi todos quedaron atrapados con los dedos en la puerta.
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