* Ambos carecen de la estatura para conquistar el galardón toluqueño, porque los veo predispuestos a cerrar los ojos a lo que allí ocurre y sucederá igual con el nuevo gobernador: de los feminicidios hacia arriba y hacia los lados, sin ninguna seguridad pública para que los mexiquenses se sientan en casa
Gregorio Ortega Molina
La simulación es un florete en manos del maestro de esgrima, o de casi todo político cuya finalidad es el poder, sin mayor consideración por las ofertas que haga para acceder a él, al mangoneo.
Escribo esta reflexión al evocar las observaciones que formulé a Catalina Noriega cuando conocimos a José Luis Durán, en una comida en La Mansión, cuando por corto tiempo una de las sucursales ocupó un local en Hamburgo y Niza, donde hoy existe una universidad patito, como nuestro interlocutor de esa ocasión.
José Luis Durán revoloteaba, durante el año 2000, en torno a Martita y a Vicente. Nunca traslució la mínima vergüenza por usar camisas con los puños luidos, trajes desaliñados, zapatos remendados o con agujeros.
Más tarde lo visité en la subsecretaría de Gobernación. Su atuendo ya era impecable, el tono de voz unos decibeles arriba de lo que él acostumbraba; dejó entrever que tenía conocimiento de los usos del poder.
Luego se hizo con el municipio de Naucalpan, y bueno, la medianía fue puesta de lado, la riqueza llamó a su puerta, y José Luis Durán la recibió sin recato alguno.
He tenido breves conversaciones con Josefina Vázquez Mota. Amigos míos trabajaron en su oficina de campaña en el área de prensa. Ellos crecieron profesionalmente, ella prefirió sumar en Juntos Podemos.
Cuando evoco su imagen, esa figura frágil, llevo a la memoria los personajes de Milan Kundera, concretamente a los de La insoportable levedad del ser. Josefina es como un cuadro al óleo, como la narración que nos advierte que hay pinceladas en la vida que no pueden enmendarse o cubrirse, como cuando se descubre un cuadro debajo del original. Es la impostura sobre la simulación.
Con esos precandidatos Acción Nacional quiere hacerse con la gubernatura del Estado de México, como si desconociera que el PRI tiene allí muy bien aceitada su maquinaria electoral, sobre todo ahora que los votos veracruzanos para 2018 quedan en el aire, en tanto no se dirima el futuro de Miguel Ángel Yunes, pues el de Duarte de Ochoa será tan anónimo como el de Ángel Heladio Aguirre Rivero, pero sin tanto poder como el de Luis Videgaray.
José Luis Durán y Josefina Vázquez Mota, ambos, carecen de la estatura para conquistar el galardón toluqueño, porque están predispuestos a cerrar los ojos a lo que allí ocurre y sucederá igual con el nuevo gobernador: de los feminicidios hacia arriba y hacia los lados, sin ninguna seguridad pública para que los mexiquenses se sientan en casa.