* ¿Exagero? Reconsideren lo anterior en enero febrero del año que entra, una vez que los integrantes del nuevo Pleno de la SCJN hayan agarrado el gusto por ese ligero mareo que significa estar en la cúspide, con los de arriba, y los demás debamos someternos a su criterio jurídico y constitucional
Gregorio Ortega Molina
Van a modificarlo todo, pero en primer término la manera de interpretar la ley. Poco importa que sepan o no de administración de justicia, lo que para esta nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación es esencial, es su proyecto político, su urgente necesidad de transformar a los mexicanos, alejarlos de la influencia que en ellos producen tres mil kilómetros de frontera.
El hecho es que el prominente jurisconsulto Hugo Aguilar Ortiz anunció que propondrá a los ministros no usar toga, y advirtió que el acudiría, o acudirá a las sesiones de ese cuerpo colegiado que es -sobre todo- un tribunal constitucional, con uno de los trajes indígenas de su etnia. Me supongo que se esforzará por dignificar su origen, lo que no es necesario, pues suficiente hace con seguir los pasos de su gurú político: Andrés Manuel López Obrador.
Me dice mi amigo (AC) que poco importa el hecho de que cuelguen la toga, en lo que difiero, porque hay ciertos casos en que el hábito sí hace al monje, y de lo que se trata es de desacreditar lo que fue la separación de poderes, lo que los nuevos propietarios del poder político y socios del económico y ciegos ante la violencia de los cárteles, necesitan que los mexicanos veamos a los que se van como lo peor de México, como la fuente de corrupción e impunidad, porque los únicos químicamente puros, o evangélicamente transparentes, son ellos y por eso mismo tienen la capacidad de determinar quiénes sí y quiénes no pueden ingresar al Paraíso, no necesariamente ubicado en Palenque.
Lo cierto es que el futuro presidente de esta nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, que entra en proceso de refundación ideológica y de quehacer político, en todo momento será guiado por la mano y la voz de su mentor Andrés Manuel, y este poder constitucional dejará de lado su mandato de administrador de justicia, para convertirse en instrumento de sujeción política, disfrazado -para fiesta de carnaval- con traje indígena de gala, para honrar los orígenes de México.
¿Exagero? Reconsideren lo anterior en enero febrero del año que entra, una vez que los integrantes del nuevo Pleno de la SCJN hayan agarrado el gusto por ese ligero mareo que significa estar en la cúspide, con los de arriba, y los demás debamos someternos a su criterio jurídico y constitucional.
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