* Lo que ahora se desarrolla en contra de los integrantes del Pleno de la SCJN, equivale a una pésima calca de la ingeniería política que José Stalin siguió para deshacerse de sus enemigos -figurados o reales-, y culminó siempre en los “procesos de Moscú”, y después un breve paso en las mazmorras, mientras se decidía la deportación o la muerte. Hoy no los fusilan. Los calumnian, los desacreditan, los convierten en parias sociales, o los tienen de rehenes, encarcelados y sin sentencia
Gregorio Ortega Molina
¿Por qué es benéfica para la República la separación de poderes? ¿Cuántos años transcurrieron desde que Carlos Salinas, engolosinado de soberbia, dijera que el presidente de Estados Unidos ya quisiera un Congreso como el “suyo”? Sólo en 1997 el PRI dejó de ser pie de playa para el Poder Ejecutivo en ambas cámaras. Estamos de regreso.
Docilidad, mansedumbre, disciplina rayana en la obsecuencia, quizá también una buena dosis de ignorancia, son cualidades hoy requeridas para ser senador o diputado de Morena. La oposición, mal organizada y siempre en defensa de sus propias prerrogativas, apenas si representa una valla en la pista de carreras con obstáculos.
Andrés Manuel López Obrador tiene ya el 60 por ciento del camino andado en la consolidación de su muy personal idea de totalitarismo tropical. Lo ha caminado por los pasos contados, lo que le permite seducir, engañar o someter a quien se le opone. Supone que el abrazo permanente con las Fuerzas Armadas de mar y tierra, lo hace inmune a una reacción social violenta, e incluso a la que pueda manifestarse en las urnas, pero para estar seguro requiere, ya, de un Poder Judicial Federal sometido, que le garantice el silencio sepulcral que se necesita para llegar a la jornada de la elección presidencial.
No son figuraciones, la señora Guadalupe Taddei Zavala sabe al dedillo lo que ha de hacer en el INE, para cumplir con su compromiso político.
Todavía me resulta inexplicable la sumisión de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. El gol colado por AMLO en la figura de Yasmín Esquivel Mossa fue detectado a tiempo gracias a la acuciosidad intelectual de Guillermo Sheridan Prieto. La embestida en contra de los ministros de la SCJN equivale a la batalla de Stalingrado, y entre esta fecha y el día de la cita en las urnas electorales, correrá tinta y posiblemente sangre.
Lo que ahora se desarrolla en contra de los integrantes del Pleno de la SCJN, equivale a una pésima calca de la ingeniería política que José Stalin siguió para deshacerse de sus enemigos -figurados o reales-, y culminó siempre en los “procesos de Moscú”, y después un breve paso en las mazmorras, mientras se decidía la deportación o la muerte.
Hoy no los fusilan. Los calumnian, los desacreditan, los convierten en parias sociales, o los tienen de rehenes, encarcelados y sin sentencia.
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