* Buena parte de esa corrupción dinero en mano se hace con la idea equivocada de dar visos de eternidad a la institución presidencial. Todos quieren encarnarse como titulares del Poder Ejecutivo, con la idea de ejercerlo con idéntica o mayor fuerza a como fue ejercido entre 1936 y 1994, lo que actualmente es imposible
Gregorio Ortega Molina
El problema con los políticos mexicanos es su deficiente formación humanista y su pésima culturización. Naturalmente ha habido y hay excepciones, como lo fue JLP, que de nada le sirvió porque su inteligencia y buena disposición a la intelectualidad, se diluyó en la mirada provocativa de las mujeres que pasaron por su cama.
Esas dos carencias les provocan una distorsión de la realidad: creen que un sexenio es eterno, y que la institución presidencial es el paraíso recobrado, lugar donde todo puede hacerse sin cometer pecado, incluso corromper y corromperse.
En su obsesión por gobernar sin sobresaltos y preservar la Presidencia de la República con todo su poder, primero corrompieron cooptando, pero el neoliberalismo y la disminución del espacio público para agilizar la movilidad social, determinaron que la corrupción fuese, de plano, con dinero en mano, como la bolsa de papel de Eva Cadena, o las desviaciones de Javier Duarte.
Con una peculiaridad. Buena parte de esa corrupción dinero en mano se hace con la idea equivocada de dar visos de eternidad a la institución presidencial. Todos quieren encarnarse como titulares del Poder Ejecutivo, con la idea de ejercerlo con idéntica o mayor fuerza a como fue ejercido entre 1936 y 1994, lo que actualmente es imposible.
Corrompen y se corrompen con la idea de permanencia, de que todo continúe como siempre y para siempre, pues aunque haya molestado la certera adjetivación de Mario Vargas Llosa, el priismo gobernó con la dictadura perfecta, que creó instituciones, evitó violencia similar a la de Argentina, Chile, El Salvador o Nicaragua, pero en su complacencia con el proteccionismo a empresarios carentes de espíritu emprendedor, pospuso la continua creación de riqueza para satisfacer las exigencias del boom demográfico.
Hubo y hay represión, que ahora se les complica, porque el PAN, que en las conversaciones secretas del poselectoral de 1988 se comprometió a la reforma del Estado, terminó arrugándose, porque Vicente Fox y Felipe Calderón decidieron ser como esos presidentes priistas que tanto denostaron; ese también es el sueño de AMLO.
Carecen del entendimiento para comprender lo esclarecido por E. M. Cioran en Ejercicios de admiración y otros textos: “Lo trágico del universo político reside en esa fuerza oculta que conduce a todo movimiento a negarse a sí mismo, a traicionar su inspiración original y corromperse a medida que se afirma y avanza. Porque en política, como en todo, nadie se realiza sino a través de su propia ruina”.
La consecuencia es terrible, porque a su propia ruina arrastran a quienes creyeron en el modelo de gobierno que hoy se les pudre.
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