* ¿Qué representa en el estado de ánimo de una sociedad que, para olvidarse de la violencia, los secuestros, la inseguridad y la disminución del poder adquisitivo, adquiere, gasta sin control, para sentirse viva? Hay un serio problema de caja, muchos procurarán solucionarlo en las próximas elecciones presidenciales
Gregorio Ortega Molina
El mexicano de medio pelo -entre la pobreza y la clase media alta, pero con las puertas del bienestar abiertas para él y su familia- se siente gratificado con la posibilidad de adquirir bienes y servicios.
El consumo es una actividad que tiene dos vías: da sensación de poder y futuro a quien adquiere, lo estimula y lo motiva a ser miembro respetable de la sociedad y, al mismo tiempo, confiere sensación de éxito a quien vende un bien o presta un servicio, sin contar que es el motor de la economía, porque es la piedra de toque de la confianza en las políticas públicas y en las autoridades elegidas libremente.
El consumo es una potente droga, que se transforma en grave problema cuando quien compra rebasa sus posibilidades de gasto, por descuido, o porque la estabilidad económica y el crecimiento también dejaron de ser promesa, porque debido a equivocadas políticas públicas se transformaron en un mal sueño.
Quien sabe o aprende a vivir con deudas y administra, en su beneficio, las tasas de interés que paga, por más altas que estén, cobrará electoralmente los apremios domésticos y sociales en que se ve inmerso por falta de previsión suya, pero también por errores de la política económica del gobierno. Para él, como consumidor, es la autoridad la que ha de pagar las consecuencias de sus estrecheces, y la manera de cobrar -puede ser, digo- es con el sufragio.
Ojo, porque esa estrechez también se transforma en rencor, y el endeudado que se entera de que las ganancias del conjunto de bancos que operan en el país se incrementaron en 80.9 por ciento (14 mil 500 millones de pesos), piensa que el voto de castigo es una muestra menor del descontento. Buscarán otras alternativas para mostrar su encono, más bien relacionadas con el verbo “chingar”.
Es tan alta la tasa de interés por el uso del crédito de plástico, como lo son las comisiones cobradas por los servicios bancarios, que, como publica La Jornada, “el saldo de la cartera vencida entre los usuarios de préstamos al consumo llegó en enero de este año al nivel más alto en 26 meses, en un incremento que coincidió con el alza hasta de 22 por ciento en el precio de las gasolinas y el diésel y una inflación que superó el nivel máximo fijado como objetivo por el Banco de México.
“En enero, el monto de la cartera vencida en créditos al consumo llegó a 37 mil 985.5 millones de pesos, cantidad que representó un incremento de 14.42 por ciento respecto del nivel registrado en el mismo mes de 2016”.
¿Qué representa lo anterior en el estado de ánimo de una sociedad que para olvidarse de la violencia, los secuestros, la inseguridad y la disminución del poder adquisitivo, adquiere, gasta para sentirse viva?
Hay un serio problema de caja, muchos procurarán solucionarlo en las próximas elecciones presidenciales.
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