* La infalibilidad política y doctrinal es tremenda, no es fácil cargar con esa responsabilidad, pero él dice tener la fuerza para eso… y más
Gregorio Ortega Molina
El término confianza implica cierta reciprocidad en el respeto a los afectos y a acuerdos convenidos. En los términos en los que lo plantea MORENA se tergiversa el lenguaje, o se modifica la relación, porque adquiere las dimensiones de la fe, y el presidencialismo se disfraza de pontificado.
Aparece entre los militantes -casi feligreses-, sin rubor y sin ambages, la certeza de la infalibilidad que acompaña a su líder en cada palabra, cada frase, toda alocución política, emana de la voluntad de alguna divinidad, si no es que del mismísimo Dios.
Olga Sánchez Cordero no deja espacio para la duda: “La lealtad al presidente Andrés Manuel López Obrador debe ser norma cotidiana de nuestra conducta. Es una lealtad que está fundada sobre todo en la comunidad de ideales y de proyectos. Es una lealtad para garantizar la unidad de propósitos que requiere esta cuarta transformación”, expresó, casi con fervor mariano, en la Reunión Plenaria del Grupo Parlamentario de Morena.
“Es una lealtad que se basa en la razón y no en la fuerza. Es una lealtad que asegura a las mexicanas y a los mexicanos, que los compromisos transformadores del presidente López Obrador cuentan con el respaldo de las senadoras y de los senadores de Morena”, subrayó.
¿Es esta la certeza jurídica a la que se refirieron los grupos empresariales cuando ofrecieron invertir poco más de 32 mil millones de dólares? Obvio que no entregarán su lana si no hay un respaldo, y éste no ha de fundarse en la fe, sino en la ley y su observancia.
Pero el dispensador de las mercedes discrepa. Piensa de otra manera, pues la ley es él: “Ahora que señalé que había una campaña para presentar amparos en contra de la construcción del aeropuerto en Santa Lucía salió una asociación de abogados a decir que no se podía hablar del asunto, pues hago uso de mi derecho para manifestarme, ni modo que me vayan a callar, que ya no pueda hablar, dije que se estaban esmerando los corruptos y entre más me impidan hablar voy a ser más claro”.
¿Y los derechos de los gobernados? Se comporta como un “buleador” verbal, presiona, hace valer la primacía de la banda presidencial -al ensaraparse en ella- por sobre la norma jurídica, la ética, la verdad, la confianza, y el resultado no se hará esperar, pues dicen las notas económicas del 18 de junio: “La falta de predictibilidad de las políticas públicas en México está socavando la confianza de los inversionistas y las perspectivas económicas de mediano plazo”.
La infalibilidad política y doctrinal es tremenda, no es fácil cargar con esa responsabilidad, pero él tiene la fuerza para eso… y más.
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@OrtegaGregorio