* Dólares, euros y narcotráfico son la trifecta inseparable; tienen perfectamente identificadas sus fortalezas, debilidades y cómplices en las instituciones bancarias, donde las bóvedas hacen la función de casas de seguridad, sobre todo en naciones como Suiza o en los paraísos fiscales; está la otra vertiente: poder y delincuencia, amasiato de fuerzas que se transforman, fácilmente, en cruentos actores para conservar sus haberes, como lo muestra esa garantía de impunidad cedida a los extorsionadores, secuestradores, asesinos a sueldo y, por encima de ellos, a los operadores del narcotráfico
Gregorio Ortega Molina
Declarada por Donald Trump la guerra al fentanilo y los cárteles -considerados por la nueva administración estadounidense como terroristas-, lo que hemos de preguntarnos todos, por aquello de la geopolítica y la globalización, es qué importancia tiene en el desarrollo la narco-economía.
¿Será que están encarnados en los directivos de los bancos centrales, o los responsables de la administración fiscal y el desarrollo de las naciones, los directorios de los bancos que, lo hemos constado, dirigen instituciones con garantía de impunidad, pues sus ganancias exceden toda honestidad en el cobro de servicios e intereses?
No nos engañemos, hoy son bicoca los montos decomisados a Pablo Escobar, a Manuel Antonio Noriega, a Rafael Caro Quintero y, con toda certeza, más de una institución financiera y los recursos fiscales de una nación, temblarían ante la desaparición de la narco-economía, pues combatir a los cárteles implica la desaparición del dinero que producen. ¿Están dispuestos?
¿Qué motivó al gobierno revolucionario de Cuba encubrir y proteger, hasta que fue insostenible, al general Arnaldo Ochoa? El alivio de las carencias del pueblo y la voracidad de los todavía comandantes y demás vividores del sacrificio del auténtico pueblo cubano. Siempre están presentes los que en una oteada detectan la oportunidad de medrar.
Debemos suponer que en este aspecto la opinión y deseo de los administradores puede tener mayor peso e importancia que la de los procuradores de justicia, que la de los jefes de Estado, que la de los jueces, pues el dinero, además de mover al mundo, determina el comportamiento de las conciencias. Pregunten, si no, a los que protagonizaron los episodios negros del Banco Ambrosiano, a los biógrafos de Paul Marcinkus. A este nunca lo interesó ni arredró la justicia divina.
Dólares, euros y narcotráfico son la trifecta inseparable, y tienen perfectamente identificadas sus fortalezas, debilidades y cómplices en las instituciones bancarias, donde las bóvedas hacen la función de casas de seguridad, sobre todo en naciones como Suiza o en los paraísos fiscales.
Está la otra vertiente: poder y delincuencia, amasiato de fuerzas que se transforman, fácilmente, en cruentos actores para conservar sus haberes, como lo muestra esa garantía de impunidad cedida a los extorsionadores, secuestradores, asesinos a sueldo y, por encima de ellos, a los operadores del narcotráfico. Hasta que el hechizo se rompe. ¿Lo quieren quebrar?
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