* Ahora constatamos que los Estados modifican sus usos y costumbres, a pesar de que quienes detentan el poder se escudan en ellos para consolidar su fuerza política y avalar sus pillerías. De alguna manera debiéramos esforzarnos por recuperar esa voluntad de ser que dio sentido al movimiento de Independencia. Hoy no existe
Gregorio Ortega Molina
Es urgente, necesario, impostergable darle una meditada al título con el que José María Morelos y Pavón registró su documento sobre la independencia de México. Usar el plural del término sentimientos, indica que el concepto de patria, el sentido de pertenencia a una nueva nación es asunto de sensibilidad, de emotividad, que antes de entenderla hay que sentirla.
La patria duele, incomoda, es motivo de rencores, pero nunca de odios. Quienes nos amparamos bajo su tutela no debemos confrontarnos, equivale a romper el deseo, la idea y el esfuerzo bajo el cual se luchó por obtenerla y separarse de la corona española.
Que la América es libre e independiente de España y de toda otra
Nación, Gobierno o Monarquía, y que así se sancione, dando al mundo
las razones.
Que la soberanía dimana inmediatamente del Pueblo, el que solo quiere
depositarla en sus representantes dividiendo los poderes de ella en
Legislativo, Ejecutivo y Judiciario, eligiendo las Provincias sus vocales,
y éstos a los demás, que deben ser sujetos sabios y de probidad.
¿Dónde estamos colocados durante este mes de septiembre, de celebraciones para conmemorar independencia y soberanía, no nada más de otras naciones, sino entre nosotros? Los gobernantes carecen de autoridad moral para servirse de los electores y la pobreza, de la sociedad, como lo hacen, sin ninguna de las garantías individuales de por medio.
Que los Estados mudan costumbres y, por consiguiente, la Patria no
será del todo libre y nuestra, mientras no se reforme el Gobierno,
abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal, e igualmente echando
fuera de nuestro suelo al enemigo Español, que tanto se ha declarado
contra nuestra Patria.
Que se quite la infinidad de tributos, pechos a imposiciones que más
agobian y se señale a cada individuo un cinco por ciento en sus
ganancias, u otra carga igual ligera, que no oprima tanto, como la
alcabala, el estanco, el tributo y otros, pues con esta corta contribución,
y la buena administración de los bienes confiscados al enemigo, podrá
llevarse el peso de la Guerra y honorarios de empleados.
Ahora constatamos que los Estados modifican sus usos y costumbres, a pesar de que quienes detentan el poder se escudan en ellos para consolidar su fuerza política y avalar sus pillerías. De alguna manera debiéramos esforzarnos por recuperar esa voluntad de ser que dio sentido al movimiento de Independencia. Hoy no existe.
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@OrtegaGregorio