* Es posible, aunque no deseable, que este sexenio se convierta en uno perdido para el desarrollo económico y bienestar, exactamente en sentido contrario a lo que AMLO su propuso lograr. Ni regeneración nacional ni 4T. Atorados, como durante los últimos siete lustros
Gregorio Ortega Molina
Hoy, 10 de marzo, debemos adquirir mayor y más informada consciencia de lo que espera al mundo, y a México, en asuntos de economía, desarrollo y malestar social. El Covid-19, el derrumbe de los precios del petróleo, la especulación bursátil, el cambio climático, los barones de la droga como poder fáctico, y la ausencia de valores éticos y morales, determinarán el rumbo de la década que inicia.
La contracción económica de 2019 nos parecerá un accidente, el mal inicio de una pesadilla que se alarga, porque ya no se trata de comprender cómo y por qué sucedió, sino de determinar la ruta crítica para contener la caída y, después, iniciar una lenta y sacrificada recuperación.
Si establecemos una analogía con lo ocurrido durante la gripe aviar hace once años, suponemos que la crisis actual puede alargarse, al menos, hasta el inicio del verano. Un semestre de una mayor contracción económica profundizada por cuarentenas, paralización de la industria, inseguridad personal ante el temor a la muerte. Muchos empleos podrían ser abandonados, al considerarse que es preferible dejarlos a perder la vida por contagio.
Aquí, además de superar la crisis sanitaria con el menor costo político y económico posible, es necesario restañar el clima social, tejer para que la confianza de los barones del dinero se restablezca y relanzar el proyecto económico del país, ajeno a los caprichos y a las obras de construcción a medias, cuya interrupción se debió a una única voluntad de poder (por no llamarlo capricho) y a los índices de corrupción, que pudieron corregirse sin desperdicio y sin gasto adicional.
Lo primero que deberá hacer el señor presidente constitucional de México, será dejar de faltar a la verdad, y alejarse de ese engaño que suponen los ahorros, porque lo que deja de invertirse incide en el PIB a la baja. La consecuencia del subejercicio en el presupuesto cuesta más al desarrollo y bienestar que un gasto bien ejercido, con honradez y puntualidad.
¿Sentirán los empresarios e inversionistas que apostar por el proyecto de la 4T es seguro? La UIF amenaza con investigar a los triunfadores de las licitaciones; la cena del chipilín se rebeló como una grosera y mal hecha maniobra de empatía cuyo resultado fue el engaño mutuo, pues de haber sido un éxito, la lista de donadores se habría publicitado con orgullo por ambas partes. Las políticas de seguridad pública y la violencia sin fin, propician inseguridad jurídica, cuya piedra de toque son la extorsión y el derecho de piso. Además, están las derivaciones de la política migratoria, el impasse de los delegados laborales y los intentos de regular un outsourcing que deja sin protección legal a los que acceden a un puesto laboral por ese medio.
Así las cosas, es posible, aunque no deseable, que este sexenio se convierta en uno perdido para el desarrollo económico y bienestar, exactamente en sentido contrario a lo que AMLO su propuso lograr. Ni regeneración nacional ni 4T. Atorados, como durante los últimos siete lustros.
Al buscar una interpretación a lo que sucede en la economía, encuentro, en La vida a ratos, de Juan José Millás, la explicación siguiente: “Una casa grande puede tener habitaciones pequeñas. Eso explica la relación entre la marco y la microeconomía. La casa crece, pero las habitaciones se reducen. Sing era una cárcel grande de celdas asfixiantes. La gente común vive dentro de la cárcel y la gente del Ibex 35 vive fuera. Cuanto más crece el edificio, más se reduce el tamaño de las celdas. Eso significa que cuanto más nos alejamos de la crisis, peor estaremos”.
¿Le ponen reparo? La solución está en exprimir más al pueblo bueno y sabio. Ni modo. Así es.
www.gregorioortega.blog
@OrtegaGregorio