* Mi chozno sirvió a Juárez y Díaz, tengo manera de probarlo, lo que me resultaría imposible de demostrar es que los descendientes, todos, continuamos con el aliento requerido para dar vida a un auténtico proyecto de nación, más allá de los aranceles y la narco economía, con el firme empeño de dedicarnos a reconstruir lo que fue un sueño y hoy es pesadilla
Gregorio Ortega Molina
Imposible determinar el momento en el que los seres humanos deciden crearse un presente para ofrecerse un futuro. Darse un hogar legal, para construir sobre los documentos fundacionales un proyecto de vida individual y, a la vez, colectivo. ¿En qué instante los iluminó el concepto de nación?
Rómulo y Remo pudieron muy bien prescindir de la loba. Los aztecas no necesitaron del águila, el nopal y la serpiente. Saint-Just intuyó que la salud pública llegó con la guillotina, aunque la luz de la República en Francia debió transitar por el terror, el primero y segundo imperio y dos guerras mundiales. Ekaterinburgo fue el Big Bang de lo que serían las repúblicas socialistas soviéticas, hoy con un llamado a crear otro ensueño que compita con los documentos fundacionales de los padres fundadores. El monroísmo está vigente.
¿Qué conservamos de los Sentimientos de la Nación, de la Constitución de 1917, de las reales y supuestas gestas heroicas para construirnos un hogar, una patria? ¿Qué tan lejos estamos del espejismo de Miramar, de la Sierra Maestra, de la república bolivariana? Los resultados están en las fosas clandestinas, en San Fernando, en Allende, en el crecimiento económico del último sexenio; se palpan en el humanismo mexicano, en la humillación de las conferencias presidenciales destinadas a dividir lo que ya muy difícilmente podrá unirse para refundar la patria.
En las condiciones que hoy determinan la conducta humana, los sueños y proyectos para recuperar un presente que perdimos entre los dedos de las manos, que dejamos ir en el deseo de reconstruir ensueños pretéritos después de haber pisoteado el presente, como se hizo con la familia Le Baron, con el empeño de refundar esa pesadilla de la soberanía energética, cuando los energías limpias nos reclaman su presencia con el propósito de preservar el medio ambiente, y seguir al compás de nuestra respiración.
Mi chozno sirvió a Juárez y Díaz, tengo manera de probarlo, lo que me resultaría imposible de demostrar es que los descendientes, todos, continuamos con el aliento requerido para dar vida a un auténtico proyecto de nación, más allá de los aranceles y la narco economía, con el firme empeño de dedicarnos a reconstruir lo que fue un sueño y hoy es pesadilla.
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