* Los gobernantes sumergieron a México en un amplio y costoso proceso de reingeniería social. A los muertos hay que sumar los desplazados y las transformaciones económicas, sociales y políticas que deberán implementarse para que las reformas tengan cierto éxito en la plena realización de un programa geoestratégico y de seguridad regional que nos trasciende
Gregorio Ortega Molina
Desde el gobierno insisten en que la imagen de México en el exterior es un asunto de percepción, porque acá nada sucede… efectivamente, reina la paz… de las fosas clandestinas, del miedo.
Leo la nota de Philippe Bernard, el corresponsal en Londres de Le Monde; en ella me entero de que para él, como para quienes hicieron el análisis y decidieron publicarlo, “dejar establecido el número de víctimas de los conflictos armados puede reservar sorpresas: el informe sobre este tema, publicada el martes, 9 de mayo por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), un centro de estudios respetado y con sede en Londres, clasifica la guerra entre los cárteles mexicanos de la droga como la segunda más mortífera en curso.
“La guerra en Siria, donde murieron 50 mil personas durante 2016, es la que suma el mayor número de víctimas, pero el conflicto de<<baja intensidad>> en México viene justo después del desastre en Oriente, con 23 mil bajas. Supera el número de personas muertas en las guerras de Irak (17 mil) y Afganistán (16 mil)”.
Me pregunto a qué cuenta añaden el número de desaparecidos, los cadáveres encontrados en las fosas clandestinas, y los que fallecen en la travesía del territorio nacional en un esfuerzo por llegar a EEUU. Obviamente no se alcanza las 50 mil defunciones violentas de Siria, pero quizá la suma supere la indicada por el estudio presentado por el IISS. Maquillar las cifras es también un problema de corrupción. Si queremos que la imagen del país en el exterior sea distinta y adquiera niveles de honorabilidad, debe empezarse por transparentar el verdadero costo humano del conflicto por el cual atravesamos los mexicanos, para poder establecer, después, lo social y lo económico.
¿Qué determinó la decisión de Felipe Calderón Hinojosa para, de buenas a primeras, meter al país en un drama de esta envergadura? ¿Se necesita acabar con el narco a sangre y fuego? ¿Para qué hermanar por la sangre derramada a México con Siria?
Insisto, considero que los gobernantes sumergieron a México en un amplio y costoso proceso de reingeniería social, porque a los muertos hay que sumar los desplazados y las transformaciones económicas, sociales y políticas que deberán implementarse para que las reformas tengan cierto éxito y pueda efectuarse el proyecto de integración a América del Norte, porque la presidencia de Donald Trump sólo es un interregno en la plena realización de un programa geoestratégico y de seguridad regional que nos trasciende.
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