* Está bien que ese santo barón del poder económico hago público su clamor en contra de los políticos, pero mejor sería que documentara su dicho y acudiese a la PGR a denunciar a esos corruptos que, ahora se percata, niegan el futuro a los mexicanos
Gregorio Ortega Molina
Desde el grupo cerrado que se adueñó de un Poder Ejecutivo debilitado y decadente, decidieron clausurar los accesos al diálogo y la comprensión de lo que sucede en México. Cegados por su corrupción y ensoberbecidos en la impunidad, están ciertos de que todos, sí, todos los demás somos incapaces de comprender su sacrificio y el origen de su riqueza.
Incluso sus aliados tradicionales dan la voz de alarma, porque están conscientes -los barones del dinero- de que las movilizaciones contra los incrementos en los combustibles y el resultado de las reformas estructurales, fueron impulsadas por el hartazgo de la corrupción y la pésima administración de los recursos públicos.
Pero son incapaces de explicarse ellos mismos (o de denunciarlo, porque en su momento fueron cómplices y beneficiarios de esa corrupción) que el problema de fondo, el que pasma y convierte en incierto el futuro de la nación, es el modelo presidencialista de gobierno, precisamente reformado y enriquecido con atribuciones metaconstitucionales, para ser garante de una impunidad cuyo límite es el fallecimiento de corruptos y corruptores: al perder la vida recuperan el olvido que creen merecer.
Resulta que los mangoneadores del sistema por complicidad, ahora se dan cuenta de que existe un elemento común en las movilizaciones y protestas que persisten en el país por parte de los más diversos sectores y grupos, suscitadas por los aumentos en los precios de los combustibles: “el hartazgo frente a la corrupción y el dispendio en el manejo de los recursos públicos en México; el clamor para que haya un cambio efectivo y a fondo en ese sentido, sostiene Juan Pablo Castañón, presidente del CCE”.
Está bien que ese santo barón del poder económico hago público su clamor en contra de los políticos, pero mejor sería que documentara su dicho y acudiese a la PGR a denunciar a esos corruptos que, ahora se percata, niegan el futuro a los mexicanos.
Pero también resultaría mejor que propusiera cambios, que ofreciera alternativas reales a lo que sucede, porque acotar la corrupción a su mínima expresión requiere, primero, modificar el modelo político que la fortalece y le da impunidad a todo el que desea convertirse en cómplice; no puede haber estabilidad económica sin estabilidad social.
Indica la información que Castañón, presidente del CCE, advierte que el Sistema Nacional Anticorrupción quedará como gatopardismo, y pidió a la sociedad involucrarse en su puesta en marcha. Involucrarse para asegurar que se consolide su andamiaje institucional y operativo y, sobre todo, que funcione: pasar de la denuncia en la prensa a la denuncia ante la ley y la sanción aplicable.
Así, sin la Reforma del Estado, todo quedará en buenos deseos.
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