* Me pregunto si el pragmático señor Slim ha considerado el factor fe para su diálogo con el poder, si tiene previsto que no va a conversar con un ser humano normal, sino con alguien que está seguro de haber encontrado la verdad, a pesar de haber perdido el silencio
Gregorio Ortega Molina
“Coincidí con Carlos Trouyet en la antesala de Gustavo Díaz Ordaz. Después de saludarnos me preguntó: Emilio, ¿qué viene a hacer aquí? Le respondí que visitar al presidente de la República, conversar, obtener información, a lo que me respondió:
¡Pobre! Yo cada vez que visito al presidente de México hago negocios de millones de pesos”.
Lo anterior me lo narró Emilio Uranga, y lo traigo a colación por el regreso de Calos Slim al escenario político. Él, el señor Slim, irá a lo suyo, la lana; mientras tanto, todavía permanecen inciertos la intención y el proyecto de nación de la 4T, que a estas alturas coincide en muy poco con lo ofertado durante la campaña.
Es de aritmética elemental saber que, para redistribuir, lo que se requiere es tener más, crear mayor riqueza, ser justo en la captación impositiva, pero sobre todo dejar atrás la corrupción y la impunidad, para dar certeza jurídica a las acciones de la 4T. Héctor Aguilar Camín establece, con absoluta claridad, en su texto de Milenio del 5 de septiembre último, cuáles son las intenciones de su “amigo” Slim, y cuáles los propósitos del presidente de la República. Son dos líneas paralelas trazadas hasta el infinito.
La realidad trasciende a los propósitos del gobierno, por más nobles que éstos sean. Para compartir es imperativo tener el cómo y con qué hacerlo, pues de otra manera sólo se redistribuye miseria y se iguala hacia abajo, y me supongo que la meta dista mucho de empobrecer al país, para evitar las diferencias, o a lo peor estoy equivocado.
Inmerso en el mundo verbal de la 4T me topo con la siguiente reflexión que Don Winslow atribuye a su personaje Art Keller.
Ya ha oído suficientes palabras. La mayoría eran mentiras.
En su mundo anterior, todos, incluido él mismo, mentían por costumbre. Cuando menos uno tenía que mentirse a sí mismo para seguir poniendo un pie delante del otro. Mentía a los demás para sobrevivir.
Ahora busca la verdad en el silencio.
Busca a Dios en él, aunque ahora cree que la verdad y Dios son una misma cosa.
Verdad, quietud y Dios.
Me pregunto si el pragmático señor Slim ha considerado el factor fe para su diálogo con el poder, si tiene previsto que no va a conversar con un ser humano normal, sino con alguien que está seguro de haber encontrado la verdad, a pesar de haber perdido el silencio.
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