* Es posible que AMLO incumpla su gran oferta de campaña, porque la honestidad valiente se topará con el muro de los intereses creados, con los compromisos anudados, y porque muchos de sus compañeros de ruta no son como él mismo cree que es. El gesticulador asoma desde la platea, para decidir el momento idóneo para incorporarse al escenario
Gregorio Ortega Molina
¿Es irreversible el daño causado a México desde 1982 a la fecha? ¿Puede reconstruirse el orden constitucional y cerrar el paso a la corrupción? ¿Qué recibieron unos cuantos a cambio de plegarse al Consenso de Washington y al proyecto de integración al Bloque de América del Norte? ¿Qué reciben muchos, sin salario digno, sin pensión garantizada y con el outsourcing como piedra de toque para imposibilitarles su integración social?
Habría que maldecir -en términos bíblicos, y quizá alvaradeños también- a quienes convencieron a Miguel de la Madrid Hurtado de adelgazar al Estado, y junto con ellos a ese equipito de economistas y entrepreneurs que le endulzaron el oído a Carlos Salinas de Gortari para iniciar la ruta que colocó al país en la anomia, la disolvencia social y el entreguismo absurdo a una globalización cuyas consecuencias están a la vista, tanto o más perniciosas que el saldo inicial de la Revolución Industrial y su trabajo infantil, explotación y encaminamiento a esa primera globalización que concluyó con la Gran Guerra, la de las trincheras, el gas mostaza, la batalla de las Ardenas, la agonía en el lodo.
Algo habrá de proponer AMLO para salvar lo que queda, pues los que lo llevaron al poder lo hicieron con la esperanza de que se revirtiera ese futuro prefigurado por las reformas legales y constitucionales que pervirtieron y destruyeron el orden constitucional original, con reglas del juego bien establecidas para todos los estamentos sociales. Lo de hoy es la plutocracia que controla la educación superior, pera manejar con mano férrea la producción de bienes, servicios y capital, sin importar que la mano de obra, los mexicanos de a pie, languidezcan en medio de los sueños ofertados por la publicidad y las sesgadas campañas políticas.
¿Hay posibilidad que los integrantes de los corporativos empresariales comprendan que pueden seguir amasando enormes fortunas aunque repartan un poco en buenos salarios y prestaciones dignas, o será que lo que les conviene es el trabajo esclavo?
Un salario remunerador reactiva el mercado interno, éste facilita el crecimiento de la producción, y ésta las ventas y los rendimientos, para que así los humanos, buenos católicos y mejores empresarios mexicanos naden en dinero, como ese pato divertido y Creso inventado por Walt Disney.
Es muy posible que AMLO incumpla su gran oferta de campaña, porque la honestidad valiente se topará con el muro de los intereses creados, con los compromisos anudados, y porque muchos de sus compañeros de ruta no son como él mismo cree que es. El gesticulador asoma desde la platea, para decidir el momento idóneo para incorporarse al escenario.
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